La mayoría de los motores de los vehículos eléctricos que se fabrican en el mundo son síncronos y de imanes permanentes. Es decir, necesitan como materia prima principal un material muy escaso: las tierras raras. Estas se dividen en dos tipologías: tierra rara ligera (LRE) y tierra rara pesada (HRE). Las reservas mundiales de tierras raras son aproximadamente del 85 % de LRE y del 15 % de HRE. Son precisamente estas últimos son los que proporcionan los imanes adecuados para su aplicación en la industria del automóvil.
Con ellos se logran grandes rendimientos con tamaños reducidos y sin un coste elevado. Sin embargo, ya en 2012 estos materiales, bastante escasos, comenzaron a aumentar de precio, lo que los ha convertido su búsqueda y su comercialización en una estrategia muy importante para la economía de los países que los poseen.
La empresa minera estatal sueca LKAB asegura haber identificado depósitos significativos de metales de tierras raras en el área de Kiruna, la ciudad más septentrional de Suecia: el yacimiento de Per Geijer lleva el nombre de un famoso mineralogista sueco. Un recurso que podría superar el millón de toneladas de óxidos de tierras raras y que se convertiría en el más grande de los que se encuentran en Europa.
Según Jan Moström, director general de LKAB, este yacimiento podría ser suficiente para satisfacer gran parte de la futura demanda de imanes de la Unión Europea. “Este es el depósito de tierras raras más grande en nuestra parte del mundo, y podría convertirse en un componente importante para producir las materias primas críticas, que son absolutamente cruciales para permitir la transición ecológica”, dijo Moström. “Nos enfrentamos a un problema de suministro. Sin minas, no puede haber vehículos eléctricos”. Sin embargo, el proyecto se enfrenta a dos retos.
Primer reto: ¿qué hay bajo tierra?
Suecia asumió la presidencia de la UE a principios de año. El ministro de Energía sueco, Ebba Busch, recordó que Europa es "demasiado dependiente" de China en lo que se refiere a los materiales más importantes para la nueva industria del automóvil. Aseguró que su país tiene la obligación de producir metales de tierras raras lo antes posible. “Suecia es literalmente una mina de oro”, dijo Busch en un evento celebrado en Kiruna.
Sin embargo, Moström, es mucho más reservado en sus declaraciones. Todavía no está clara la magnitud del depósito, que está siendo objeto de más investigaciones. Cuando finalicen, se conocerá la composición de la roca, los materiales que contiene exactamente y en qué cantidad pueden extraerse.
Para aclarar estas incertidumbres, LKAB ampliará las excavaciones. Partiendo de la mina de mineral de hierro existente, se abrirán camino hacia el depósito Per Geijer a una profundidad de 700 metros. “Llevará años investigar el depósito y las condiciones para extraerlo de manera rentable y sostenible”, dice Moström. “Nos sentimos honrados por los desafíos que rodean el uso de la tierra, pero deben analizarse los impactos que existen para convertir en una mina para mimimizarlos y compensarlos. “Solo entonces podemos proceder con una solicitud de revisión ambiental y solicitar un permiso”.
Segundo reto: la burocracia
La intención de KLAB es solicitar el permiso para iniciar las actividades mineras este mismo año. Sin embargo, los trámites burocráticos necesarios por parte de la industria pueden retrasar su extracción al entre 10 y 15 años.
Si bien Suecia tiene una historia centenaria de extracción de metales y se ubica como el mayor productor de minerales de hierro de Europa, los nuevos proyectos se han visto obstaculizados por las lógicas preocupaciones por el medio ambiente y la invasión del territorio de la población indígena Sami en el norte del país, cuyos derechos de pastoreo de renos son fundamental para su sustento.