El Energy Observer es el primer barco propulsado por hidrógeno y energías renovables del mundo. En una demostración de lo que puede ser el futuro de la propulsión marítima, este laboratorio de investigación flotante ha viajado desde Saint-Malo, Francia, a Fort-de-France, Martinica, utilizando únicamente hidrógeno generado a partir del agua del océano, energía solar y eólica, motores eléctricos y baterías. En total, ha recorrido 9.000 kilómetros completando la primera parte de su "Odisea para el Futuro", un programa de concienciación de siete años que se plasmará en una serie de documentales.
Así funciona el Energy Observer
El Energy Observer cuenta con una plataforma de 202 m2 cubierta de paneles solares. La electricidad que se genera en ellos se almacena en una serie de baterías de iones de litio. Sobre la cubierta se han instalado dos velas Oceanwings de la compañía VPLP que fueron empleadas por primera vez en los barcos de la America's Cup. Se trata de velas de ala verticales de 12 m, cada una con una superficie de 31,5 m² y que pueden girar 360º. Un ordenador se encarga de controlarlas para ajustar su funcionamiento a las condiciones del viento.
Cuando el barco se mueve gracias a la energía del viento, el movimiento del agua hace girar una hélice hidrogeneradora que está conectada al motor eléctrico convirtiéndolo en una turbina generadora cuya energía se almacena también en las baterías.
Esquema de funcionamiento del Energy Observer.
Mediante electrolisis, la electricidad acumulada en estas baterías se emplea para separar el hidrógeno del oxígeno del agua de mar que el Energy Observe recoge y purifica (y que también se utiliza para beber). El hidrógeno se emplea en una celda de combustible desarrollada por Toyota que puede alimentar el motor eléctrico que mueve el barco cuando el viento se calma.
Planes diferentes, pero los mismos objetivos
En 2017, el Energy Observer se embarcó en una "Odisea para el Futuro" de siete años en la que tenía previsto amarrar en 101 puertos de 50 países para concienciar al gran público sobre la transición energética, en especial sobre las energías renovables, la biodiversidad, la movilidad y la economía circular.
Cuando la tripulación partió de Saint-Malo el pasado 3 de marzo, el mundo era un lugar muy diferente al que es hoy. Italia comenzaba a sufrir las consecuencias del coronavirus, pero en el mundo tan solo se habían confirmado 100.000 casos y en Francia apenas 200. El plan original del Energy Observer era navegar hasta a las Islas Canarias y hacer una breve escala técnica. Allí embarcarían los cofundadores de la expedición, Erussard y Jérôme Delafosse, para iniciar un viaje de cuatro meses y más de 37.000 kilómetros. cruzando el Atlántico, atravesando el Canal de Panamá y navegando por el Pacífico hasta Japón. Allí llegarían en julio para participar en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Tokio.
El aplazamiento de los Juegos se anunció un día antes de que el barco llegara a Canarias: los planes tuvieron que cambiar. La tripulación no desembarcó en Tenerife, sino que se aisló en el barco mientras este se aprovisionaba. Erussard y Delafosse se vieron obligados a abandonar su plan de unirse a la tripulación. El destino cambió, pero los objetivos no. El Energy Observer ha completado una ruta entre Saint-Malo, Francia y Fort-de-France, recorriendo 9.000 kilómetros de travesía trasatlántica.
El Energy Observer en el Ártico.
Japón era solo una parte de la odisea de siete años del Energy Observer. Antes, ya había recorrido 33.000 kilómetros y había visitado 48 puertos de 28 países del Mediterráneo y del norte de Europa. En junio, se convirtió en el primer barco de hidrógeno cero emisiones alimentado por energía renovable que alcanzaba el Ártico, visitando la isla de Spitsbergen, en Noruega. En el camino, cientos de miles de personas han visitado el barco en los puertos y han asistido a exposiciones y seminarios sobre energía renovable y la salud de los océanos.
El objetivo principal de esta misión de escala de siete años es "demostrar a los ciudadanos, a los políticos y a las empresas que la transición ecológica está en marcha". Además servirá para obtener una sólida experiencia sobre la propulsión libre de carbono que se puede aplicar a miles de embarcaciones que emiten más de mil millones de toneladas de CO2 y gases de efecto invernadero cada año.