Hay empresas que llevan años apostando por el hidrógeno como opción viable para acabar sustituyendo a los combustibles fósiles tradicionales e incluso a las baterías eléctricas. Algunas no han cesado en su empeño desde que arrancaran y otras han visto el filón de manera relativamente reciente.
La start-up H2MOF nació en 2021 y tiene sede en California, Estados Unidos. Su propósito, desde entonces, es resolver algunos de los retos más importantes en relación a este elemento sostenible.
Y el almacenamiento, en varios sentidos, es uno de los problemas que plantea el hidrógeno, ya que, de momento, requiere encerrarlo en depósitos a alta presión, si se guarda en estado gaseoso, o criogénico, si se hace lo propio en forma líquida y a muy baja temperatura.
En lo que está trabajando H2MOF es en una tecnología capaz de almacenar este combustible renovable en depósitos de tamaño más pequeño a los actuales, a temperatura ambiente y sin requerir de las condiciones indicadas anteriormente y que, por el momento, se necesitan para que la manipulación sea lo más segura y eficiente posible.
Hablamos de un cambio en las reglas del juego, pues la finalidad es lograr que se almacene en estado sólido, sin importar si la finalidad es alimentar una calefacción, maquinaria industrial o, en el caso que nos interesa, sistemas de propulsión de coches, barcos, camiones o trenes, entre otros destinos que puede tener el hidrógeno.
Todo esto lo empezaron varios científicos de reconocimiento mundial, como Fraser Stoddart, Premio Nobel de Química en 2016 y experto en la materia. Lo que significa que la transición hacia una movilidad verde, y con el hidrógeno como protagonista, está en buenas manos.
Si bien, el almacenamiento de hidrógeno ya está solucionado con garantías, con los condicionantes descritos anteriormente, aquí lo que se plantea es otra forma de hacer las cosas, puesto que los tanques no tendrían que ser tan grandes como ahora, o lo que es lo mismo, se lograría almacenar este elemento en mayor cantidad y a igualdad de espacio que con las tecnologías aplicadas actualmente.
No sólo se trabaja con tanques de almacenamiento a largo plazo, sino que también lo están haciendo para aquellos que tengan que transportar el hidrógeno durante recorridos más o menos largos, como podría ser en camiones o grandes buques, o incluso para depósitos de los distintos vehículos que utilizan esta alternativa a los combustibles fósiles.
De igual modo, será posible realizar cargas y descargas rápidas del elemento, sin que la temperatura y la presión sean un hándicap en cuanto a seguridad y aprovechamiento de manera eficiente del hidrógeno.
Tal vez podamos ver esta tecnología aplicada a esos automóviles de hidrógeno que fabricantes como Honda esperan que tengan su mayor popularidad a partir del año 2030. El gigante japonés abandonó esta tecnología de propulsión a nivel comercial en 2021, pero han vuelto a la carga con un modelo basado en el CR-V y que utiliza tanto hidrógeno como un paquete de baterías eléctricas.