No corren buenos tiempos para esta empresa dedicada a los cargadores para coches eléctricos, con sede en España. En 2015, comenzaron una aventura que llevó a la compañía hasta un valor en Bolsa en Estados Unidos de 3.000 millones de dólares, pero en los últimos meses la cotización ha caído hasta los 300 millones de dólares.
Un duro golpe para Wallbox, que está llevando a cabo algunas estrategias para intentar recuperarse de la mala racha. Entre ellas está el cierre de una de las fábricas que tenía en Sant Andreu de la Barca, Barcelona.
En esa ubicación, la empresa oficializó su andadura en la industria de los cargadores de vehículos eléctricos hace nueve años. Pero, desde principios del año pasado, trasladaron toda la actividad a las nuevas instalaciones que Wallbox tiene en la Zona Franca de Barcelona desde 2022, a la que se sumó poco después la de Estados Unidos. Una cuarta factoría ya estaba en marcha en China por aquel entonces.
Según Enric Asunción, cofundador de la empresa, la planta catalana afectada por el cierre ya sólo se estaba destinando a labores de almacén y parte de los empleados de las tres naves de estas instalaciones ya está en la Zona Franca.
Otros, un total de 96 personas, que representaba el 15% de la plantilla, se vieron perjudicados por el ERE aplicado por Wallbox a comienzos del ejercicio de 2023. Forma parte del recorte de 60 millones de euros que han llevado a cabo: 8 millones de euros en costes laborales y otros 52 millones en gastos de tipo operativo, según la empresa.
También se han cerrado oficinas en Dinamarca, Suecia y Australia. De momento, atendiendo a la web de la compañía, mantienen un total de 21, repartidas entre nueve países de todo el mundo. En cuanto al personal, actualmente son 1.350 empleados, frente a los 1.400 que trabajaban para Wallbox antes de los despidos.
La cifra de ahora ya incluye los 291 trabajadores incorporados tras la absorción del grupo ABL. Hablamos de una operación cerrada en octubre de 2023, para la que Wallbox destinó 15 millones de euros, con el objetivo de hacerse con los activos y el negocio del que es el líder en Alemania en cuanto a soluciones de carga de vehículos eléctricos se refiere.
De momento, este año no se esperan más recortes importantes, aunque sí ajustes en los distintos departamentos. La finalidad no es otra que reducir las pérdidas EBITDA, que se redujeron de -89 millones de euros a -74 millones de euros en 2023, con respecto al año anterior.
Eso en cuanto a beneficio, porque la facturación del ejercicio pasado fue de 143,7 millones de euros, frente a los 144,1 millones de euros con los que cerró la temporada 2022.
Toda esta historia es consecuencia de la caída bursátil en Bolsa de 3.000 millones a 300 millones de dólares a la que hacíamos referencia hace unas semanas. Eso se traduce en que las acciones, que llegaron a valer 18 dólares en su máximo histórico en 2021, han reducido su valor hasta los 1,5 dólares, un 85% menos.
La lentitud de la penetración de la movilidad eléctrica en Europa y en el resto del mundo es una de las principales razones de los problemas que está arrastrando Wallbox en los últimos años.