Un motor de curvatura es una idea teórica que permitiría la propulsión espacial a velocidades superiores a la de la luz mediante la manipulación del espacio-tiempo alrededor de la nave. El concepto se basa en comprimir el espacio frente a la nave y expandirlo detrás, creando una "burbuja de curvatura" que impulsa la nave. Aunque dentro de esta burbuja la nave no superaría la velocidad de la luz, su movimiento relativo sería más rápido que dicha velocidad.
Los motores de curvatura habían sido hasta ahora son un pilar de la ciencia ficción puesto que su construcción presenta muchos desafíos prácticos, como la necesidad de un tipo exótico de materia con energía negativa. Otro gran reto es la posible violación de la causalidad y las dificultades prácticas para los ocupantes de la nave al intentar controlar y desactivar la burbuja. Sin embargo, un equipo de físicos y científicos afirma haber desarrollado el primer concepto práctico y viable que puede ser el primer paso para fabricar el primer prototipo.
Nosotros no los podemos fabricar, pero sí los podemos detectar
Una reciente investigación fruto de la colaboración entre expertos en física gravitacional de la Universidad Queen Mary de Londres, la Universidad de Potsdam, el Instituto Max Planck de Física Gravitacional y la Universidad de Cardiff, ha simulado las ondas gravitacionales que emitiría un motor de curvatura si fallara.
La Dra. Katy Clough, directora del estudio, explica en un comunicado que aunque los motores de curvatura son teóricos, se fundamentan en la teoría de la relatividad general de Albert Einstein, que explica cómo la gravedad influye en el espacio-tiempo lo que permite explorar su impacto en el espacio-tiempo mediante simulaciones numéricas.
El Dr. Sebastian Khan, coautor del estudio, señala que esta investigación sigue los pasos de Miguel Alcubierre, creador de la primera solución de la propulsión por curvatura en 1994. Los resultados muestran que el colapso de un motor de curvatura generaría una ráfaga distintiva de ondas gravitacionales, diferentes de los chirridos producidos por fusiones de objetos astrofísicos.
Aunque los detectores actuales no captarían esta señal, futuros instrumentos de mayor frecuencia podrían hacerlo, abriendo la posibilidad de buscar evidencias de la tecnología de propulsión por curvatura creada por otras civilizaciones.
El Dr. Khan advierte que, aunque la investigación sugiere que futuros detectores podrían observar estas señales, la naturaleza especulativa del trabajo no justifica el desarrollo inmediato de dichos instrumentos. El estudio también analiza la dinámica energética del colapso, indicando que este proceso emite una onda de materia de energía negativa seguida de ondas alternadas positivas y negativas, lo que podría proporcionar otra señal observable.
El profesor Dietrich destaca la importancia de modelar la dinámica de los espacio-tiempos de energía negativa y su potencial para ayudar a entender mejor el universo y la evolución de los agujeros negros. La Dra. Clough concluye que, aunque es improbable detectar estas señales, la investigación justifica su exploración.
Los investigadores planean seguir estudiando cómo varían las señales con diferentes modelos de propulsión por curvatura y explorar el colapso de burbujas que viajan a velocidades superiores a la luz.