Mientras la industria del automóvil sigue buscando alternativas a los combustibles fósiles, seguimos en una época en la que priman los esfuerzos por reducir la contaminación de la atmósfera. Y esto puede ser tanto ahorrando emisiones de los vehículos con motores de combustión como eliminando CO2 de la atmósfera.
En este último apartado es donde cobra importancia una reciente apuesta de Toyota, una marca muy popular en cuanto a implantación de la tecnología full hybrid o híbrida pura en su gama. Lo que está probando es un sistema de filtros que permite capturar el dióxido de carbono del aire mientras se circula.
Su laboratorio de pruebas está siendo el Toyota GR Corolla H2 de carreras, con el que compiten desde 2021. Este vehículo cuenta con sistema de propulsión que quema hidrógeno, en lugar de gasolina. Una variante muy similar al de los coches tradicionales, pero alimentado con este elemento que no produce emisiones.
Es totalmente diferente a los avances en los coches eléctricos con pila de combustible de hidrógeno. En el GR Corolla H2 sí hay una combustión, en un bloque modificado a conciencia para trabajar con mezclas de aire e hidrógeno adecuadas, para que se produzcan las explosiones controladas en la cámara.
La forma de probar estos filtros anticontaminación es colocando el primero de ellos en la entrada de aire principal (marcada como 1 en la foto), que aspira uno 60 litros de aire por segundo, mientras el coche circula. El otro filtro se incorpora delante del compartimento del motor (figura 2), allí donde el aceite lubrica el bloque.
Porque este tipo de mecánica no emite gases contaminantes durante la combustión, pero sí por los lubricantes que necesita para trabajar de manera óptima. En ese lugar en concreto, el aceite está a una temperatura alta, lo que permite que el dióxido de carbono se separe del aire absorbido al principio.
El CO2 pasa a un fluido de recuperación (situado en la zona 3 de la imagen) desarrollado por Kawasaki Heavy Industries, que lo atrapa y, por tanto, se elimina de la atmósfera. Además, los filtros mencionados disponen de un catalizador de tipo cerámico, como los que conocemos de los vehículos de combustión tradicionales.
La ventaja frente a otros sistemas que se habían probado en el sector es que el de Toyota no requiere energía adicional, pues el aire lo filtra por la toma de admisión cuando circula, mientras que el calor utilizado es el del propio motor.
Todavía está en una fase de pruebas muy verde, ya que los filtros se tienen que cambiar manualmente por cada 20 vueltas en el trazado de Fuji Speedway, de unos 4,56 kilómetros de recorrido.
Además, la tecnología recupera, de momento, 20 gramos de CO2 por cada vez que se sustituyen, lo que es una cifra realmente baja frente a los 9 kilos de media que puede generar un coche de gasolina por cada 3,8 litros de consumo.
Toyota espera lograr un ahorro masivo en este sentido para 2030, cuando la tecnología haya evolucionado hacia algo más acorde y óptimo para los vehículos de producción en serie y que no requiera una sustitución de filtros tan temprana.
De momento, para lo que sí puede servir a plazo más corto es para lograr emisiones neutras en los coches de combustión de hidrógeno, pues, aunque no emiten durante la quema de este combustible sostenible, sí que lo hacen por los lubricantes utilizados por la mecánica. Por tanto, eliminar CO2 de la atmósfera puede compensar dicha contaminación.