Hablar del Grupo Volkswagen es hablar de uno de los conglomerados empresariales más importantes del mundo y del segundo mayor fabricante de vehículos del planeta. La estrategia de futuro es importante cuando se trata de semejante cúmulo de compañías. Definir los planes ayuda a acciones conjuntas enfocadas a la consecución de esos objetivos, pero estos deben ser realista. Tras ascender al cargo de CEO del Grupo Volkswagen, Oliver Blume ha trabajado intensamente para redirigir los esfuerzos hacia una electrificación real y ajustada a las posibilidades de fabricación. Un plan a cinco años permitirá acelerar la transición al coche eléctrico.
Nadie puede decir que Herbert Diess, el anterior CEO del gigante alemán, no fuese un firme defensor del vehículo eléctrico. Manteniendo una estrecha relación con Elon Musk, el empresario germano trazó un camino eléctrico para la principal marca del Grupo así como sendas paralelas para el resto de empresas. La idea era buena, pero los plazos y los objetivos resultaron ser excesivamente ambiciosos. Las prisas han sido malas compañeras en esa aventura y los retrasos han constituido la norma común en cada desarrollo. La nueva dirección ha tenido que reevaluar cada proyecto durante meses.
Finalmente, la nueva gerencia parece que tiene muy claro lo que quiere hacer y, sobre todo, cómo lo quiere hacer. Lo primero es solucionar los problemas de software de Cariad. La empresa subsidiaria de Volkswagen encargada de desarrollar el software de control de los nuevos coches eléctricos lleva meses de retraso. Esto ha supuesto un verdadero problema para la agenda de lanzamientos. Audi y Porsche se han visto obligadas a posponer las presentaciones del Porsche Macan y del Audi A6 e-tron. El primero ya debería haber visto la luz, mientras que el segundo todavía no tiene una fecha concreta de lanzamiento.
Otro asunto importante sobre este plan de cinco años que se presentará oficialmente el próximo 14 de marzo, reside en la fabricación. El Grupo Volkswagen cuenta con un entramado productivo impresionante, pero eso también supone un problema a la hora de asociar fábricas con modelos. El proyecto Trinity ocupa mucha atención en la agenda. El ya famoso proyecto consiste en la creación de coches eléctricos de alta autonomía y conducción autónoma de nivel 4. Exige el desarrollo avanzado de la plataforma SSP y unas instalaciones particulares donde producir los modelos fabricados con dicha estructura.
Tras la entrada en juego de Blume, el plan Trinity quedó paralizado al no cuadrar las cuentas. Nunca ha llegado a cancelarse por completo, pero ahora la junta deberá determinar si es responsable y adecuado levantar una fábrica exclusiva para los vehículos del proyecto: Audi, Volkswagen y Porsche serían las principales marcas en disfrutar de ello. También existen problemas con otras plantas como la de Hanover en Alemania. Pronto cesará la producción de la Volkswagen Multivan 6.1 y todavía no hay asignación para una fábrica que, por contrato, tiene garantizada su existencia hasta 2029.
Por último, tal y como informamos hace unos días, Volkswagen, Audi y Skoda van a cambiar la forma en la que venden sus coches eléctricos. El modelo de concesionario desaparecerá y entrará en juego un nuevo formato de agencia. Las marcas controlarán el stock y el precio mientras que el comercial del concesionario se llevará una comisión por venta así como un plus por objetivos. La puesta en marcha empezará a la vuelta del verano. El cambio supone un alivio para los concesionarios ya que no tendrán que hacer desembolso adelantado por los vehículos.
