La Unión Europea lleva meses inmersa en la posible imposición de aranceles a los vehículos fabricados en China. Tal es el caso que algunas marcas orientales ya han avisado a sus compatriotas. Sin embargo, según han afirmado los responsables de CLEPA (Asociación Europea de Proveedores Automovilísticos, por sus siglas en inglés), los ejecutivos del Viejo Continente se equivocan, ya que si quieren que el coche eléctrico impere en Europa, lo más sensato será trabajar por el incremento de la red y su infraestructura eléctrica, más que en entorpecer la llegada de vehículos chinos. Según afirma este grupo de presión, de llevarse a cabo esta estrategia, podría provocar un efecto boomerang para las empresas europeas que operan en China.
Hace unos meses, la Unión Europea abrió una investigación sobre la posible financiación de marcas chinas de coches eléctricos por parte del propio Gobierno estatal de China. De confirmarse, esto supondría que los fabricantes europeos podrían estar enfrentándose a una competencia desleal por parte del estado oriental, que apoyaría a sus empresas para crecer y exportar sus productos aunque no sean realmente rentables.
La Unión Europea se equivoca
Benjamin Krieger, CEO de CLEPA, afirmó que aunque esta batalla podría verse como una victoria para los consumidores europeos, también podría perjudicar a la industria europea, que depende enormemente de China en muchos frentes. De hecho, hay fabricantes históricos europeos con fábricas en este país, como BMW o Mercedes-Benz.
Según el responsable de esta asociación, el comercio con China es un partido donde ambos bandos ganan. Los fabricantes europeos producen en el país oriental, donde obtienen menores costes y, por ende, pueden vender más barato, así como China obtiene componentes de proveedores con sede en Europa. Imponer aranceles a este comercio podría ser muy perjudicial para ambas partes.
“Hay mucha tecnología europea en los vehículos eléctricos chinos”, afirmó Krieger. “Los proveedores europeos tienen ofertas atractivas y se encuentran en vehículos de todo el mundo. La aplicación de aranceles también tendría un impacto en sus negocios. Es bueno que la Comisión Europea estudie este tema de una forma más amplia. Esto sugiere que se toman en serio la competencia de otras regiones y ven la necesidad de actuar”.
Sin embargo, Krieger también afirmó tener ciertas “dudas” sobre la viabilidad de los subsidios que Europa está dando por la compra de un coche eléctrico. Según Krieger, esto puede generar un alivio económico, pero difícilmente supondrá un punto de inflexión a la hora de integrar el vehículo eléctrico en la sociedad europea.
El responsable aseguró que, a día de hoy, existe un déficit de fabricación de vehículos eléctricos en Europa, algo de lo que se están aprovechando las compañías chinas. “En lugar de imponer aranceles, los reguladores europeos deberían centrarse en crear una infraestructura que fomente los vehículos eléctricos de menor precio, incluyendo asegurar el suministro de materias primas para baterías y proporcionar energía sostenible y asequible. Necesitamos cuidar mejor nuestro mercado".
Thorsten Muschal, quien ha sido presidente de CLEPA hasta hace unos meses, afirmó recientemente: “Si usted es una pequeña empresa familiar y sólo realiza envíos a fabricantes europeos, entonces su posición es bastante clara a favor de los aranceles. Si en cambio eres una multinacional con entre el 20% y el 30% de las ventas en China y alguien impone aranceles, tal vez haya represalias y entonces puedes adoptar una posición diferente. Hacer negocios en China es parte de un enfoque de comercio global”.