El Salón del Automóvil de Frankfurt ha servido a los fabricantes que están presentes en él para mostrar sus novedades, muchas de ellas relacionadas con la electrificación de su flota. La necesidad de elevar las ventas de vehículos eléctricos o híbridos enchufables para cumplir la normativa europea ha llevado a los fabricantes europeos a pedir a los gobiernos su intervención para la implementación de puntos de recarga que convenzan a los compradores de la viabilidad de comprar un coche eléctrico, y facilitar el acceso a los programas de incentivos ayudando así a la industria a cumplir con las estrictas normas de emisiones de la Unión Europea.
Para los fabricantes de automóviles, la puesta en marcha de la nueva normativa de la Unión Europea de emisiones puede suponer, en caso de no cumplirse, multas extremadamente cuantiosas, además de un deterioro de su imagen si no logran cumplir los objetivos. Dichas multas podrían ascender a miles de millones de euros cuando entre en vigor el nuevo límite de emisiones a partir del año 2021.
El objetivo de emisiones promedio de CO2 para la flota conjunta de cada fabricante es de 95 gramos de CO2 por kilómetro en 2020. La Comisión Europea establece una sanción equivalente a 95 euros por cada gramo de CO2 que exceda el límite, multiplicado por cada uno de los coches que se vendan en 2020 y 2021, que es el periodo de transición de dos años acordado. Durante 2020, el 5% de los vehículos más contaminantes no se tendrán en cuenta como medida de adaptación y ya en 2021 sí se considerará el 100%. Además, en 2025 los niveles de CO2 deberán reducirse en un 15% sobre la media de emisiones reales que haya computado cada marca en ese periodo de transición de dos años, y para el año 2030 en un 37,5%. Para ayudar a los fabricantes a alcanzar estos valores, la normativa europea incluye una serie de incentivos adicionales mediante un sistema de supercréditos a los fabricantes que ofrezcan automóviles que emitan menos de 50 g/km. Para calcular las emisiones específicas promedio de un fabricante, estos modelos contarán como 2 vehículos en 2020, 1,67 en 2021 y 1,33 en 2022.
Durante esta semana, en el IAA de Frankfurt, varios de los ejecutivos más importantes de la industria automovilística han advertido que la nueva normativa de la Unión Europea puede ocasionar efectos desastrosos en sus beneficios y en los empleos que sostienen, ya que sus clientes no están dispuestos a comprar vehículos eléctricos y opta, cada vez en mayor porcentaje, por los SUV más grandes y contaminantes.
Carlos Tavares, CEO del Grupo PSA, y presidente de la asociación europea de la industria automotriz, ACEA, ha asegurado que "la industria está ansiosa por avanzar lo más rápido posible hacia la movilidad sin emisiones. Pero esta transición es una responsabilidad compartida". La asociación europea pide a los gobiernos de la Unión Europea que iguale el ritmo de desarrollo de los fabricantes en inversiones en infraestructura de recarga de vehículos eléctricos y en el establecimiento de incentivos a la compra sostenibles y que sean "consistentes en toda la Unión Europea", ha añadido Tavares.
Un reciente informa de Transport & Envionment presenta en sus conclusiones el porcentaje de vehículos electrificados que cada marca debe incorporar en 2021 para cumplir con los objetivos impuestos por la Unión Europea.
El informe también indica cuales son las tres causas que han provocado el lento descenso de la reducción de emisiones por parte de los fabricantes: la escasa mejora lograda por la tecnología para alcanzar motores de combustión más limpios, la limitada oferta de modelos electrificados y el gran crecimiento en las ventas de los SUV, que son mucho más pesados y contaminantes que las berlinas, y cuya cuota de mercado ha aumentado del 7% en 2009 al 36% en 2018 y se espera que alcancen casi el 40% en 2021.
Una "tarea hercúlea", según Merkel
En la ceremonia de apertura al público del Salón del Automóvil de Frankfurt, la canciller alemana, Angela Merkel, se ha comprometido a compensar los mayores costes en los que están incurriendo los fabricantes alemanes para llevar al mercado vehículos más limpios con el objetivo de impulsar una industria vital en su país. Según la dirigente, "los fabricantes se enfrentan a una tarea hercúlea".
Para lograr dirigir el comportamiento de los compradores hacia la compra de vehículos eléctricos, "el precio del CO2 es la forma correcta de dejar claro que todas las innovaciones deben seguir el objetivo de emitir menos CO2. Si hacemos esto de manera responsable y a largo plazo, habrá incentivos para mover la innovación en la dirección correcta".
Con Merkel a la cabeza, el gobierno alemán tuvo que renunciar a su objetivo de alcanzar un millón de coches eléctricos en 2020. Las ventas de híbridos y eléctricos el año pasado alcanzaron tan solo las 55.000 unidades, lo que supone el 1,6% del mercado. Además de impulsar tecnologías eficientes, su intención es acelerar el despliegue de estaciones de recarga para animar a los compradores a adquirir un coche eléctrico aliviando las preocupaciones por la posibilidad de recupera energía siempre que lo necesiten. "La protección del clima es una tarea para la humanidad, y, por lo tanto, debemos pagar este precio. De lo contrario tendremos que pagar un precio totalmente diferente", concluyó Merkel.