Casi de la noche a la mañana, China se ha convertido en un gran temor para las marcas más tradicionales. El Gigante Asiático ha despertado de su letargo y su industria automovilística despega rápidamente. Si bien todavía son pocas las marcas que se atreven con el mercado europeo, hay un creciente y notorio peligro de que la oferta europea se vea saturada de productos chinos. Con la intención de amortiguar el golpe, el Gobierno francés está estudiando una fusión impresionante que ya ha sido negada por una de las partes implicadas.
La ley francesa exige que el Ejecutivo tenga parte del accionariado de las empresas automovilísticas locales. Francia es la mayor accionista del Grupo Renault y también cuenta con un importante paquete accionarial de Stellantis. El conglomerado, con sede en Países Bajos, tiene entre sus marcas firmas como Peugeot, DS o Citroën, entre otras. Marcas francesas que, al igual que el resto, pueden verse afectadas por la llegada masiva de coches procedentes de China. El temor es evidente y el gobierno de Emmanuel Macron ha propuesto una posible solución que no ha sido bien recibida.
Stellantis rechaza el acuerdo mientras que Renault se mantiene en silencio
Históricamente, hay una gran rivalidad entre las marcas francesas, principalmente entre Renault y Peugeot. Ambas compañías han tratado de minarse la una a la otra. Sin embargo, en esta nueva era es positivo ejecutar un frente común. Tal y como recoge Automotive News Europe, John Elkann, presidente de Stellantis, ha declarado que no contemplan ninguna fusión con otros grupos, “no se está considerando ningún plan sobre operaciones de fusión con otros fabricantes”. Stellantis tiene sus propios problemas y Francia no es uno de ellos.
Actualmente, el conglomerado e Italia se encuentran en una batalla de declaraciones cruzadas. El Gobierno transalpino quiere que Stellantis refuerce su presencia productiva en el país, millones de puestos de trabajo están en juego, pero el grupo ya ha dejado bien claro que espera una respuesta positiva por parte del Ejecutivo, en forma de subvenciones y ayudas, para poder tomar esa decisión.
Carlos Tavares, el CEO de Stellantis, ha sido muy crítico con la postura de la presidenta de Italia. Ha asegurado que el mercado eléctrico podría convertirse en un “baño de sangre” ante la posible llegada de nuevas unidades a las categorías inferiores, apuntando directamente a los próximos lanzamientos de Renault.
Francia se ha puesto muy seria contra la llegada de coches procedentes de China. Su postura defensiva no sólo se centra en las marcas chinas, sino que también toma represalias contra aquellos fabricantes que exporten vehículos desde el país. Las últimas modificaciones introducidas en las ayudas a la compra de coches eléctricos favorece a las rentas bajas y a los modelos producidos en Europa, principalmente en Francia.
Muchos han sido los que han criticado esta medida, pero hay que tener en cuenta que Francia, como inversor de las compañías, se juega mucho en esta nueva etapa. Si bien el acuerdo todavía no está sobre la mesa, los rumores insistentes podrían provocar algún movimiento en el futuro. Renault no ha querido hacer mención alguna, pero sus acciones han crecido levemente tras estas primeras especulaciones.
