Japón quiere convertirse en un actor importante en la nueva era de la movilidad eléctrica y no va a permitir que los fabricantes chinos tomen ventaja en un mercado global altamente competitivo. La industria japonesa ha visto como su peso en el mercado mundial de baterías de iones de litio ha descendido abruptamente en apenas tres años, desde el 70% de 2013 hasta el 41% en 2016, y la tendencia continúa. Con el fin de frenar tal retroceso, las principales empresas interesadas en el desarrollo del vehículo eléctrico y sus baterías han acordado crear una alianza para acelerar el desarrollo de baterías de electrolito sólido, las cuales se prevé que serán revolucionarias para la irrupción masiva del coche eléctrico.
La nueva alianza pretende llevar la batería de estado sólido al mercado cuanto antes, e incluye las principales empresas constructoras de automóviles del país oriental: Toyota, Nissan y Honda. Pero eso no es todo, sino que empresas especialistas en baterías con una avanzado know how acerca de la técnica para el almacenamiento de energía eléctrica, como Panasonic –actual suministrador de baterías para la marca Tesla– y GS Yuasa, se unirán al nuevo convenio de empresas.
Además de la unión de fuerzas del sector privado, el sector púbico también aportará una importante cantidad de capital, con una financiación por parte del gobierno japonés por valor de 1.600 millones de yenes (unos 12 millones de euros). Tal cifra servirá para iniciar los trabajos en el centro llamado Libtec (Lithium Ion Battery Technology and Evaluation Center), donde la alianza espera obtener grandes progresos en la tecnología para la fabricación de baterías de estado solido de aquí a 2030. Se estima que gracias al electrolito sólido, una batería de litio podrá ofrecer al automóvil eléctrico el doble de autonomía, pasando de los 400 kilómetros actuales a unos 800 kilómetros por carga.