El ser humano siempre ha soñado con llegar más lejos. El coche ha sido el gran liberalizador de la sociedad desde su creación hace ya más de un siglo. Nos ha permitido viajar más rápido y más lejos de forma cómoda, pero, si hablamos de confort, es mucho mejor que nos lleven. Ese es el próximo gran reto de la industria: el coche autónomo. Todas las compañías pelean por desarrollar la tecnología que marque un punto de inflexión, pero, por ahora, no se están realizando grandes avances en la materia. El reto es mayúsculo y hay numerosos factores importantes a tener en cuenta, como ¿quién tiene la culpa en caso de accidente?
La teoría dice que los coches autónomos erradicarán los accidentes de la faz de la tierra, pero en la práctica hay que tener en consideración todo tipo de escenarios para luego no lamentar problemas. A la hora de hablar de conducción autónoma hay varios niveles, que van del 0, sin asistencia alguna, al 5, capacidad autónoma total.
A día de hoy, los coches más avanzados del mundo pueden ofrecer hasta un nivel 4, pero bajo condiciones y requisitos muy específicos que limitan su rango de actuación. Mercedes es la compañía más puntera en este momento. En España, Ford acaba de aprobarse como el primer fabricante que permite al conductor liberar las manos del volante.
Nuevo proyecto de ley contra la publicidad engañosa y para depurar responsabilidades
A la batalla tecnológica se ha sumado una batalla comercial. Todas las marcas pelean por anunciar sus sistemas como los más punteros y eso ha llevado a situaciones delicadas donde la Justicia ha tenido que intervenir. El caso más sonado es el de Tesla. Durante mucho tiempo, los americanos han estado vendiendo su paquete de asistentes a la conducción, de nivel 2, como un programa de conducción autónoma, Autopilot y FSD (Full-Self Driving). Muchos usuarios se han pensado que ellos quedaban completamente liberados de la conducción, pero no es así. La compañía asegura que ellos no han engañado a nadie, pero los jueces no opinan lo mismo.
Eso nos lleva al siguiente punto en esta carrera tecnológica, ¿quién tiene la culpa si un coche autónomo sufre un percance? Expertos en la materia aseguran que es necesario establecer responsabilidades legales para que el coche autónomo tenga aceptación. El Gobierno británico está preparando un proyecto de ley sobre vehículos automatizados que puede suponer un grave problema para la industria. En el documento se recoge que, en caso de accidente, es el fabricante el que debe responder y no el usuario. Las empresas pueden enfrentarse a acciones penales en caso de no cumplir con las normas de seguridad o si alguien sale herido en un accidente.
El proyecto de ley también prohibirá la publicidad engañosa, un claro guiño a Tesla. Sin embargo, todo el mundo asegura que, si todos los países toman la misma decisión que los ingleses con respecto a la responsabilidad, podría suponer un jarro de agua fría para las empresas. Su trabajo se complica y, en caso de accidente, podrían tener incluso más perjuicio que beneficio. Las aseguradoras inglesas reconocen que fijar un marco legal resulta crucial a la hora de depurar responsabilidades. No tan contentos están los fabricantes, que denuncian que pueden perderse millones de euros en inversiones o derivar sus proyectos a otros territorios más flexibles con la conducción autónoma.