Un individuo de Vermont que se aventuró a adentrarse en un recóndito resquicio del sistema de pagos de Tesla ha sido condenado a una pena de cuatro años de cárcel por apropiarse ingeniosa, pero indebidamente, de varios coches de la marca.
M. González, un ciudadano de Shelburne, Vermont (Estados Unidos) aprovechó una vulnerabilidad en el proceso de compra online de Tesla para hacerse con más de medio millón de dólares en automóviles sin desembolsar un solo penique por adelantado.
Según MarketWatch, González logró comprar cinco coches eléctricos de Tesla con un valor total de 560.000 dólares, unos 532.000 euros al cambio actual. La triquiñuela consistía en comprarlos sin realmente pagarlos. Lo más grave es que, además, consiguió vender algunos.
El ingenioso, aunque ilegal, método utilizado por González consistía en ingresar los detalles de su cuenta bancaria en la web de Tesla, a pesar de que estas cuentas estaban sin fondos. Por extraño que pueda parecer, Tesla llegó a entregar los vehículos junto con los certificados de titularidad. Posteriormente, la marca recibía una notificación de que las cuentas de González no tenían suficientes fondos para cubrir el coste del vehículo.
Este modus operandi se repitió en varias ocasiones, comenzando en septiembre de 2018 con un Model 3. Para evitar ser detectado, González utilizó nombres de sus novias en algunas transacciones. De los cinco coches que consiguió comprar, vendió tres de ellos por 231.900 dólares. No contento con esa estafa, intentó poner a su nombre un coche con resultado negativo. Como no pudo hacerlo, decidió llevarlo a un lago congelado, pegarle fuego intencionadamente y presentar una reclamación al seguro.
En abril, González se declaró culpable de cinco cargos de posesión y disposición de vehículos robados. Como parte de su acuerdo con las autoridades, se comprometió a devolver a Tesla un total de 493.000 dólares, mientras que los 231.900 dólares que obtuvo de la venta de tres de los cinco automóviles han sido confiscados por el Gobierno estadounidense.
En una curiosa ironía del destino, González habló con su novia sobre su intención de vender un coche que estuvo a punto de ser embargado a un comprador en New Hampshire, proporcionándole incluso la ubicación de dicho vehículo, mientras se encontraba en prisión por presunta falsificación de documentos en una solicitud de compra de armas de fuego. La conversación fue grabada por las autoridades penitenciarias y, finalmente, resultó clave para resolver el caso.
