Los fabricantes de automóviles más importantes del mundo han expresado sus planes de abandonar los motores de combustión interna para centrarse en la movilidad eléctrica. Se prevé que los vehículos completamente eléctricos y los híbridos enchufables representen más de la mitad de las ventas mundiales, o más de 60 millones de vehículos, para 2040, según Bloomberg New Energy Finance. Eso plantea una amenaza existencial para los proveedores de combustible de vehículos en la actualidad.
En consecuencia, la industria petrolera ha comenzado a invertir en infraestructura y tecnología de carga de vehículos eléctricos. En enero de este año, Royal Dutch Shell anunció la compra de Greenlots, una proveedor de soluciones de carga para vehículos eléctricos de Los Ángeles. Este movimiento señala claramente la entrada de Shell en el mercado de la recarga de vehículos eléctricos en Estados Unidos. "Estados Unidos es un mercado central", dijo Shell a Automotive News. "EEUU ofrece el potencial para una cadena de valor totalmente integrada: desde la generación, el marketing y el uso final".
Es probable que el gigante del petróleo realice más acuerdos de este tipo. La unidad de Nuevas Energías de Shell, que está a cargo de la adquisición de Greenlots, dijo que planea gastar entre 1.000 y 2.000 millones de dólares (885 y 1.770 millones de euros) anuales hasta 2020 en oportunidades comerciales, incluida la infraestructura de recarga de vehículos eléctricos. Varios de los rivales de Shell también están moviendo sus fichas en el negocio de la infraestructura de carga de coches eléctricos; por ejemplo, Chevron es un inversor en ChargePoint, un importante proveedor de redes de carga en Estados Unidos, mientras que BP está adquiriendo redes de carga en Europa y China.
"Si los vehículos eléctricos se convierten en una realidad a mediano plazo, las petroleras tendrán un punto de entrada que sea asequible y los protegerá de la potencial erosión de su negocio principal, los combustibles fósiles", aseguró John Gartner, director de transporte de la firma Navigant Research.
Las principales compañías petroleras tienen redes nacionales de estaciones de servicio en las que fácilmente podrían instalar cargadores eléctricos. "Creemos que la adquisición de Greenlots es un paso para garantizar que los clientes puedan acceder a una gama de opciones de reabastecimiento de combustible en las próximas décadas, a medida que las nuevas tecnologías evolucionan para coexistir con los combustibles tradicionales de transporte", indicó Shell.
La electricidad destrona al combustible
Los fabricantes de vehículos han revelado sus planes de invertir al menos 90.000 millones de dólares (80.000 millones de euros) para electrificar sus flotas, según Reuters. Eso ha llamado la atención de la industria petrolera, teniendo en cuenta que el mayor uso individual del petróleo es el transporte, y la mayor parte de ese segmento es el combustible para coches y camiones, apunta Jim Burkhard, quien encabeza la investigación de petróleo, energía y movilidad en IHS Markit.
Se espera que los vehículos eléctricos sustituyan entre 5 y 6 millones de barriles de petróleo por día para 2040, según un informe de la consultora Wood Mackenzie. El interés de la industria petrolera en la infraestructura de carga de vehículos eléctricos es el reconocimiento de que durante los próximos 15 años el mercado de los coches a batería seguirá creciendo y gradualmente se reducirán los vehículos de combustión interna.
"Si bien las compañías petroleras esperan que la demanda del petróleo se mantenga estable por más de una década, lo cierto es que la electricidad seguirá llegando cada vez más a los coches", advierte Ben Kellison, director de la consultora Wood Mackenzie. "Entonces, obtener un pedazo de ese mercado es algo que les interesa".
De momento, las compañías petroleras se interesan más por aprender sobre la tecnología de la electricidad que por generar ingresos en este campo. Se requiere una gran inversión para la construcción de estaciones de carga de electricidad, y la ganancia que generan es baja. Para una carga rápida los requisitos de capital son mucho más altos, ya que los cargadores pueden costar entre 60.000 dólares y 150.000 dólares, según Bloomberg.
Si bien el hardware de carga de vehículos eléctricos es un negocio de alto riesgo en este momento, el negocio de software y servicios de administración de red es más rentable. Esa es una de las razones por las que Shell estaba interesada en Greenlots, cuya plataforma de software basada en suscripciones ayuda a los operadores de redes como Electrify America a monitorear sus estaciones de carga de manera eficiente, a establecer precios y administrar la carga eléctrica. La plataforma también ayuda a los conductores de vehículos eléctricos a encontrar cargadores y realizar los pagos.
"A Shell le gustó nuestro sistema porque no solo estábamos creando el hardware, sino que el software sirve como un sistema de control para ayudar a los operadores de redes a administrar de manera más eficiente su hardware de carga", dijo el vicepresidente senior de Greenlots, Lin-Zhuang Khoo.
Europa se consolida en el sector eléctrico
Muchas de las empresas petroleras que desean invertir en infraestructura de carga de coches eléctricos ponen su mirada en Europa, donde el negocio parece más atractivo. El año pasado, BP gastó 170 millones de dólares (150 millones de euros) en la compra de la firma de carga británica de coches eléctricos Chargemaster. Shell adquirió a NewMotion, proveedor holandés de carga para coches eléctricos, y First Utility, proveedor de energía británico. Shell también se asoció con Ionity, una empresa conjunta de BMW, Daimler, Ford Motor y el Grupo Volkswagen, para construir una red de carga rápida en 10 países europeos.
La adopción de los vehículos eléctricos en Europa ha sido más rápida que en Estados Unidos, impulsada por la regulación y los estrictos estándares de emisión de gases de efecto invernadero. Los vehículos electrificados representaron el 4% de las ventas de vehículos nuevos en Europa en el cuarto trimestre de 2018, frente al 3% en EEUU, según Blooomberg. Las principales ciudades europeas, incluidas París y Londres, están considerando prohibir los vehículos que funcionan con gasolina o imponer tarifas elevadas por su uso en las áreas más congestionadas.
Se espera que la producción de coches eléctricos aumente a medida que se reduzcan los costes de fabricación, lo que ocurrirá generalmente cuando bajen los precios de las baterías, que actualmente está por debajo de los 200 dólares por kWh. "Durante los próximos cinco a siete años, el precio de los vehículos eléctricos en la mayoría de los mercados competirán con los de combustión interna", asegura Bloomberg. "Con una penetración de los vehículos eléctricos de alrededor del 1% a nivel nacional (en EEUU), todavía estamos en los inicios", indicó Khoo. "El mercado todavía necesita de 10 a 20 veces más infraestructura para satisfacer la demanda proyectada de los vehículos eléctricos".