Las normativas europeas obligan a los fabricantes a apretarse el cinturón de las emisiones. Sus flotas de emisiones deben cumplir con las normativas, o de lo contrario se exponen a duras sanciones por exceso de contaminación. Jaguar-Land Rover, el conglomerado inglés, es una de esas empresas que lo tiene muy complicado para satisfacer las normas europeas, y por ello se ha asociado con Tesla.
No vayamos a pensar que Tesla y Jaguar-Land Rover van a trabajar conjuntamente para desarrollar vehículos porque no es así. La Unión Europea permite que las compañías se asocien unas con otras para reducir su huella de emisiones. Es decir, un fabricante más contaminante puede asociarse con otro que no lo sea para lograr alcanzar el duro objetivo de gama de 95 gramos de CO2 por kilómetro. Ese es el acuerdo al que han llegado ambas compañías.
Tampoco se puede decir que esto de lo que estamos hablando sea algo nuevo. Hace poco Honda también se asoció con Tesla para reducir su impacto medio ambiental, y antes fue FCA, ahora en el Grupo Stellantis, el que recurrió a Tesla para no tener que soportar las duras penalizaciones impuestas por Bruselas. Si miramos al resto del mercado vemos situaciones similares. Ford tuvo que unirse a Volvo el año pasado, y el Grupo Volkswagen tiró del conglomerado chino SAIC y de MG para solventar la papeleta.
La multa a la que se exponen las marcas no es nada barata. Una tarifa de 95 euros por cada gramo de CO2/Km de más. Imaginemos la situación: un Jaguar E-Pace que exceda en 15 gramos la limitación deberá pagar una multa de 1.425 euros. Y así con cada vehículo nuevo que se venda y no cumpla con la normativa. Obviamente los fabricantes no van a asumir ese coste, siendo los clientes los que al final reciban la fuerte penalización.
Los vehículos grandes y pesados de Land Rover acarrean consecuencias negativas en materia de emisiones.
Jaguar y Land Rover esperaban alcanzar los objetivos de emisiones este mismo año, pero no ha sido así. Los coletazos de la pandemia de la COVID-19 y la crisis mundial de semiconductores ha provocado que las ventas de vehículos de bajas emisiones no hayan sido tan altas como lo esperado. Así que no ha quedado más remedio que buscar asociaciones exteriores para buscar una solución temporal.
Los detalles del acuerdo entre JLR y Tesla son secretos, no se sabe la cuantía que los ingleses tienen que pagar a los americanos por coger prestada parte de su huella de emisiones. Obviamente debe ser una cifra inferior a la multa asociada, pero se desconoce el coste. Lo que sí se sabe es que Tesla está haciendo un buen negocio con la jugada. Solo el año pasado, los norteamericanos ingresaron más de 194 millones de euros por este tipo de acuerdos.
Lo que está claro es que estamos ante un acuerdo finito en el tiempo. Jaguar ya ha anunciado sus planes 100% electrificados a partir de 2025, y Land Rover también apostará fuertemente por la electrificación, aunque de una forma no tan extrema. De esa manera ambas compañías podrán regular sus emisiones sin la necesidad de acudir a pactos con terceros.