El motor de combustión no desaparecerá en 2035: ¿ha renunciado Europa a los coches eléctricos?

El apoyo de Ursula von der Leyen, recientemente reelegida como presidenta de la Comisión Europea, a los combustibles sintéticos puede suponer una nueva vida para los motores de combustión interna.

El motor de combustión tenía los días contados, pero Europa puede estar dándole una nueva oportunidad.
El motor de combustión tenía los días contados, pero Europa puede estar dándole una nueva oportunidad.
23/07/2024 13:58
Actualizado a 23/07/2024 13:58

Hace más de dos años que Europa aprobó una normativa que ha cambiado drásticamente la industria del automóvil provocando un cambio generalizado de estrategia y también, muchas dudas comerciales. A partir del 1 de enero de 2035, la venta de coches de combustión estará prohibida en Europa, salvo algunas excepciones. Aunque parecía seguro que el motor de combustión tenía los días contados en Europa, varias figuras políticas influyentes están generando dudas.

La ley actual, que prohíbe los vehículos térmicos en 2035, no trata de imponer ninguna tecnología cero emisiones. Sin embargo, prácticamente reduce las opciones a los vehículos eléctricos alimentados por baterías o por celdas de combustible de hidrógeno. Pero Ursula von der Leyen, recientemente elegida como presidenta del Parlamento Europeo, ha anunciado que propondrá una enmienda a la política europea para permitir el uso de combustibles sintéticos que no tienen impacto ambiental. Esta cláusula permitiría que los vehículos de combustión actuales continúen operando con solo algunos ajustes mínimos, al menos en teoría.

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Después de renovar el parlamento, Europa propondrá una cláusula para los combustibles sintéticos.

¿Qué decide Europa en dos años?

En marzo de 2023, Europa acordó que los vehículos nuevos que se vendan deben ser 100% libres de emisiones de CO2 a partir de 2035. Sin embargo, esta normativa no obliga a que los fabricantes solo vendan eléctricos, sino a reducir las emisiones de CO2 a 0, lo que abre la puerta a incluir motores de combustión que usen combustibles sintéticos.

Esta posibilidad explica la cláusula de revisión de 2026, defendida especialmente por Alemania, cuya economía depende en gran medida de los motores térmicos. Entre sus argumentos están que la transición al coche eléctrico tendrá como resultado una pérdida considerable de puestos de trabajo, ya que su fabricación requiere menos mano de obra.

El primer paso de la Unión Europea hacia esta tecnología se concretó en un borrador inicial que propone una nueva categoría para etiquetar a todos los vehículos con motores térmicos que se vendan después de 2035.

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Producir combustibles sintéticos es caro y consume mucha electricidad.

La postura de la UE

Los expertos han mostrado sus dudas sobre las posibilidad de garantizar la producción real de estos combustibles en cantidades suficientes para los sectores prioritarios (aviación, camiones) y vehículos ligeros de pasajeros. Para ello se requeriría una gran cantidad de energía eléctrica, cuyo suministro no ha sido estimado claramente.

Los combustibles sintéticos podrían ser una solución marginal dentro de un conjunto de alternativas (biocombustibles, hidrógeno, electricidad, etc.). Ursula von der Leyen ha afirmado que la transición ecológica del transporte "requerirá un enfoque neutral en términos de tecnología, en el que los combustibles sintéticos tendrán un papel importante".

Sin embargo, no está claro si se refiere específicamente a los automóviles o a otros sectores del transporte.

Hecha la ley, hecha la trampa

Los combustibles sintéticos no cuentan con una aceptación unánime, ni siquiera entre los fabricantes de automóviles alemanes. Audi, por ejemplo, ha expresado en dos ocasiones recientes que apostar por múltiples tecnologías simultáneamente sería un error debido a los altos costes y a los riesgos de inversión.

Además, garantizar que esos nuevos vehículos térmicos ‘post-2035’ van a utilizar únicamente combustibles sintéticos y que sus conductores no van a llenar sus tanques con gasolina de origen fósil es todo un desafío.

Se han sugerido soluciones como cajas que controlan el tipo de combustible en tiempo real mediante análisis del espectro, pero son muy complejas. Si un conductor no encuentra combustible sintético y recurre a gasolina convencional, el sistema podría detectar el combustible fósil y degradar el rendimiento del vehículo. Estas complicaciones hacen que, por ahora, la idea de usar combustibles sintéticos en automóviles a gran escala parezca poco realista.

Sobre la firma
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Gonzalo García

Redactor y probador especializado en vehículos eléctricos y movilidad sostenible. Escribe en Híbridos y Eléctricos desde 2017. Es ingeniero de Caminos por la Universidad Politécnica de Madrid y Técnico especialista en vehículos híbridos y eléctricos por la SEAS. Ha trabajado en medios como Movilidad Eléctrica y Km77.