La despedida de Dieter Zetsche como CEO de Daimler marcará un antes y un después en la automoción alemana. El jefe del fabricante germano, solo a la sombra del Grupo Volkswagen, anunció que relevaría al veterano ejecutivo a partir del próximo mayo tras más de 40 años en la compañía. Su sucesor será Ola Kallenius (Vasterbik, Suecia, 1969) y su nombramiento supone una auténtica revolución en el seno de la compañía.
Por primera vez, Daimler tendrá un consejero ejecutivo que no será alemán. Y Kallenius también será el primero en no tener formación de ingeniería. Sin embargo, sus más de 20 años en la compañía avalan su ascenso.
Kallenius creció en Vasterbik, una ciudad de algo más de 20.000 habitantes situada en el norte de Suecia. En 1988 se trasladó a la capital, Estocolmo, para graduarse en Administración Internacional por la Escuela de Economía de la ciudad, la más prestigiosa del país. Completó su formación con un master en Finanzas y Contabilidad por la Universidad de St. Gallen, en Suiza, lo que le permitió formar parte de un programa de talento diseñado para estudiantes que le valió para entrar en Daimler en 1993.
Desde entonces, Kallenius no conoce otra compañía. Su carrera en el grupo alemán está plagada de cargos y ascensos meteóricos para un ejecutivo que ha conseguido llegar a la cúspide del grupo antes de cumplir 50 años. Comenzó su incursión en el área de Control en las instalaciones de Tuscaloosa (EEUU), donde poco a poco fue adquiriendo conocimientos sobre el funcionamiento y la gestión interna de la compañía. En 2000 se incorporó al departamento de Gestión de Emisiones y Componentes Eléctricos del Motor en las oficinas de Stuttgart para posteriormente ser ascendido a director de Mercedes-Benz en el proyecto Alliance, una de las primeras grandes asociaciones de fabricantes y proveedores europeos y que incluyó firmas como Volkswagen, Opel, Volvo o la propia Daimler.
En 2003 se trasladó a Reino Unido, primero como jefe de operaciones de la firma Mclaren y luego como director general de Mercedes-Benz en el país. Kallenius siempre ha estado ligado a la marca y provocó su regreso a Tuscaloosa, esta vez, como presidente y CEO en América del Norte hasta 2009. Desde el año siguiente, el ejecutivo sueco ha ostentado los cargos más altos en el consejo directivo de Daimler hasta que el próximo 1 de mayo se estrene en lo más alto de la pirámide estructural del grupo.
Casado y con tres hijos, Kallenius es un directivo influido por las técnicas de Silicon Valley. Acostumbra a vestir sin chaqueta ni corbata al estilo de los jóvenes CEOs del centro neurálgico del emprendimiento americano. Según Michael Bretch, consejero de Daimler, la junta directiva de Daimler se "rejuvenecerá" gracias al "nuevo ímpetu" que va a darle el directivo sueco.
En este sentido, Kallenius ya ha mostrado su intención de apostar por el futuro: el coche eléctrico. "tenemos que reinventar lo que ya inventamos hace 132 años", reconoció el sueco en una entrevista concedida al diario The Hindu, la publicación de mayor tirada de la India. Para ello, Daimler, con Kallenius al volante, invertirá 10.000 millones de euros para crear la gama EQ, los primeros vehículos eléctricos de Mercedes-Benz. Además, reconoció que la marca tendría al menos un modelo híbrido enchufable en todos sus segmentos con el objetivo de garantizar las ventas en la transición hacia la electrificación completa.
Respecto a las baterías, Kallenius ha explicado que se trata del "siguiente nivel"que deberán alcanzar los fabricantes. "Hemos trabajado más de 20 años en esta tecnología, por lo que tenemos muchos conocimientos. Hemos iniciado el desarrollo para la próxima generación de celdas de combustible y podemos imaginar que la primera aplicación será un vehículo comercial, quizás un autobús urbano", confesó el sueco. Kallenius tiene ahora la complicada tarea de suceder a uno de los rostros más emblemáticos de la industria alemana. Sus planes y su trayectoria recuerdan en demasiados puntos a los de Zetsche, por lo que en Daimler pueden estar tranquilos con el futuro que viene para la compañía.