La Unión Europea es un complejo y vasto entramado de burocracia. Los 27 países de Europa han fijado un objetivo que, cuanto menos, resulta muy ambicioso. Tras proponerla, votarla y aprobarla, todo ello en un periodo de más de un año, finalmente el Parlamento Europeo ha ratificado la prohibición de vender coches de combustión a partir del año 2035, además de una fuerte reducción de emisiones en 2030. La medida fue aprobada con 340 votos a favor y 279 en contra con 21 abstenciones. Ahora ya no hay vuelta atrás, aunque diversos grupos políticos están pensando en presentar una enmienda.
Se trata de la mayor ambición climática del Viejo Continente en todos sus años de formación. Se estima que el transporte por carretera causa el 20% de las emisiones contaminantes de toda la Unión Europea. Desde hace años la Comisión y el Parlamento han buscado minimizar el impacto del transporte en el entorno de Europa para así reducir el impacto del Cambio Climático. La Agenda 2030 no sólo contempla medidas en el seno de la movilidad, pues también plantea cambios a nivel regulatorio, como por ejemplo la creación de una nueva metodología que permita evaluar las emisiones de CO2 durante todo el ciclo de vida útil de los vehículos. No se presentará hasta 2025 y no hay un plazo fijo de entrada en vigor.
Hay que decir que la medida sólo afecta a turismos y furgonetas. El Parlamento no ha hecho mención alguna ni a los camiones de larga distancia ni al tráfico marítimo o aéreo, a pesar de que se ha demostrado que son causantes de un alto porcentaje de emisiones. El salto al vacío no será radical, los eurodiputados han fijado objetivos intermedios que logran minimizar el impacto de un cambio tan drástico. El objetivo de emisiones de 2030 se fija en una reducción de gases del 55% para los automóviles y del 50% para las furgonetas en comparación con los niveles de 2021. Cifras que sólo será posible alcanzar con una profunda electrificación del parque de vehículos.
En un momento de tanta incertidumbre para Europa, la política continental puede suponer un duro varapalo para muchos conductores. Existe un claro desequilibrio entre los 27 países miembros de la zona. Noruega y Países Bajos ya tienen un alto porcentaje de su parque de vehículos electrificado. Sin embargo, territorios como Grecia o España van muy retrasados. En nuestro país apenas un 4% de las ventas totales de turismos del año pasado fueron eléctricas. Según las cifras, para renovar todo el parque automovilístico en 2035 sería necesario vender más de un millón de eléctricos por año, algo que no va a suceder.
Como consecuencia, en lugar de rejuvenecer la flota de vehículos la edad media de un turismo en España ha crecido significativamente en los últimos años. Con una media de 13,6 años por turismo, tenemos uno de los parques más envejecidos de toda la Unión Europea. Nadie duda del tremendo reto que eso plantea. La inflación, el coste de los materiales, la falta de componentes, y el disparado precio de la energía supondrán retos importantes en los próximos años que pueden ralentizar a medida que acaba de ratificar el Parlamento Europeo. Este no es el último paso en el camino. Una vez votado y aprobado el texto pasa ahora a manos de la Comisión que será la encargada en última instancia de valorar la medida y ratificarla.
Dentro del texto se recogen excepciones. La conocida “enmienda Ferrari” sigue en el texto. Los fabricantes de volumen reducido (entre 1.000 y 10.000 automóviles nuevos o entre 1.000 y 22.000 furgonetas nuevas por año) podrán beneficiarse de una exención hasta finales de 2035. Los que fabrique menos de 1.000 vehículos nuevas por año estarán exentos indefinidamente. En ninguna parte del texto se ha hecho distinción alguna en el tipo de sistema empleado para conseguir la nula emisión de gases contaminantes. Esto abre una puerta para la llegada de los esperados biocombustibles. Numerosos fabricantes como Porsche o Audi han invertido grandes cantidades de dinero en el desarrollo de combustibles sintéticos de cero impacto ambiental.