Los monoplazas de la Fórmula E visitarán este fin de semana México para competir en la cuarta prueba del año, el ePrix de México. Se trata de una carrera algo distinta a lo habitual en el calendario del campeonato de monoplazas eléctricos dado que en vez de hacerse en un circuito urbano, se hace en uno permanente: el circuito de Hermanos Rodríguez donde también compiten campeonatos como la Fórmula 1 o el Campeonato Mundial de Resistencia.
México presenta la particularidad de estar a unos 2.285 metros por encima del nivel del mar, lo que hace que la densidad de oxígeno presente en la atmósfera sea menor de la habitual, además de que la presión atmosférica es menor. Esto afecta a los motores de combustión dado que la mezcla de oxígeno y gasolina es menos rica, por lo que todos los coches de gasolina o diesel, sean de admisión atmosférica o turboalimentados, acaban perdiendo potencia en circuitos como el de Hermanos Rodríguez. Este es un caso bastante conocido ya que fue uno de los circuitos clásicos de la Fórmula 1, corriéndose por primera vez en 1963.
Ahora bien, con los motores eléctricos esto no ocurre dado que su potencia procede de las baterías de última generación que llevan los monoplazas, por lo que los coches podrán entregar sus 250kW en clasificación y 200kW en carrera, elevándose a 225kW si los pilotos activan el Attack Mode. Es decir, el comportamiento de los sistemas de propulsión es idéntico a cuando corren en otros circuitos del calendario a nivel del mar como los vistos hasta ahora esta temporada: Ad Diriyah, Moulay El-Hassan y Santiago de Chile en Arabia Saudí, Marruecos y Chile de manera respectiva.
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La falta de oxígeno repercute también en otros aspectos del coche, empezando por los frenos. Puesto que hay menos densidad de oxígeno a temperatura ambiente, es más complicado refrigerarlos, por lo que es más complicado mantenerlos a la temperatura idónea durante los 45 minutos de carrera. Con la temperatura de las baterías, el motor eléctrico y el inversor pasa lo mismo, teniendo que estar cada componente a un rango de temperatura ideal para que funcione en las condiciones óptimas.
Al haber menos oxígeno también hay menos resistencia al aire, lo que significa que el efecto del paquete aerodinámico de los chasis de Fórmula E es menor del habitual. Si el agarre aerodinámico de los coches se reduce, esto no solo se traduce en más derrapes y posibilidad de imágenes espectaculares: también significa que los neumáticos se desgastarán antes, lo que hace necesaria una gestión inteligente de los mismos para que lleguen bien a final de carrera.
Otro factor en cuenta de importancia es el que está dentro del habitáculo: los pilotos tendrán menos oxígeno al respirar y, por tanto, sus pulmones serán puestos a prueba durante los 45 minutos de carrera (y también en las sesiones de entrenamientos y en clasificación como es lógico). Esta carrera supone por ello un esfuerzo físico diferente al del resto de circuitos del calendario de Fórmula E, siendo un reto con unas características únicas.