A menudo miramos a China con envidia. Se trata de un mercado en el que a pesar de haberse frenado el crecimiento de los coches eléctricos este año, es donde más presencia siguen teniendo, con una diferencia abismal con respecto al mercado Europeo, y mucho más con respecto al americano. Uno de los principales factores que más afectan a esta notable diferencia que existe entre la mentalidad de un consumidor chino y uno europeo.
Esto es un aspecto que mencionamos superficialmente en un artículo que publicamos la semana pasada, sobre la carrera del coche eléctrico en la que se encuentra inmersa Europa y en qué principales sentidos debería tomar el viejo continente de China. Los tres aspectos a destacar son la falta de oferta de coches eléctricos en el viejo continente, una legislación más a favor y el comportamiento del consumidor, que sin duda nos parece el más interesante y hemos decidido profundizar un poco más en la cuestión y desglosar las diferencias entre el consumidor medio chino y el europeo.
Jato Dynamics se ha encargado de distinguirlos perfectamente. Se resumen en tres diferencias en concreto y se tratan todos, sin duda, de factores en torno a la mentalidad del consumidor y su cultura, que afectan en términos absolutos a cómo evolucionan las cuotas de ventas de los coches eléctricos en Europa y una de las principales causas por las que en China el coche eléctrico es un producto más asimilado y asentado que en Europa.
Europeos, personas de hábitos y con miedo al cambio
Coche eléctrico cargando.
1. Lealtad a una firma: Sí, no parece concebible que en pleno siglo XXI un factor de compra determinante para los clientes europeos sea la lealtad a una firma o modelo por encima de otros factores objetivos. Lo que conlleva también a que si la firma no oferta un coche eléctrico o el modelo al que es fiel el cliente no se oferta como eléctrico por baterías, el cliente ni si quiera considera la compra de un coche eléctrico. Algo que está directamente relacionado con uno de los problemas que mencionábamos en el artículo de la carrera del coche eléctrico, la falta de variedad de producto en el viejo continente contrasta con la de China.
Esto es un aspecto que choca por completo con el modo de encarar una nueva compra de un consumidor chino medio, que se muestra agnóstico ante firmas o productos de manera recurrente, por lo que al contrario que un cliente medio europeo, no se muestra reacio a cambiar de fabricante en la adquisición, no sólo de un coche eléctrico, sino de cualquier producto tecnológico.
2. Medioambiente contra tecnología como motivo de compra: China ha liderado en este siglo la generación del smartphone y ha vivido en primera persona el auge estas tecnologías, y ello se ha visto reflejado de manera paralela en otros sectores, a los que de manera directa o indirecta, ha afectado en algún sentido. La industria del automóvil ha sido un sector que se ha beneficiado en gran medida del auge de tecnologías de conectividad y entretenimiento, viendo cómo se ha transformado la vida a bordo de un automóvil gracias a la incursión de esta tecnología.
Puesto de conducción del Tesla Model 3.
Y es que el cliente chino siempre busca estar a la última en términos de tecnología, esto en el sector de la automoción significa pasarse al coche eléctrico y gozar de los avances de este, generando un fuerte deseo de compra que el cliente medio europeo no experimenta, ya que de entre los pocos que se atreven a dar el paso al coche electrificado, muy pocos lo hacen por el hecho de comprar tecnología punta, siendo la mayoría de compras en el viejo continente a causa de la concienciación a favor del medioambiente.
3. Aversión al riesgo: Pasarse al lado del coche eléctrico, en cierta medida y en ojos de alguien que aún es ajeno a esta tecnología, se ve como una maniobra arriesgada; una nueva tecnología que aunque en auge, aún no esta asentada y que además conlleva nuevas maneras de convivir con el coche, un nuevo planteamiento de uso, aunque con el mismo fin.
En definitiva, salirse de la zona de confort es el principal motivo por el que un cliente europeo no deja atrás en muchas ocasiones el motor térmico de su última adquisición. Somos un público que en general no apuesta rápido por el cambio, somos lentos en este sentido, y si tenemos que cambiar, lo haremos antes por vernos forzados a hacerlo que por voluntad propia.
El consumidor chino es totalmente opuesto, por mentalidad y cultura, a esta aversión del cliente europeo. En general cambian rápido de hábitos porque les gusta estar a la última en tecnología, y esta obsesión tecnológica se extiende más allá de teléfonos, wereables y demás productos, hasta el coche eléctrico, que lo perciben como un gadget más.