Cuando soplan vientos de cambio, son muchos los nuevos actores que buscan aprovechar la incertidumbre y oportunidades de negocio que se generan para establecerse en una posición de ventaja. Esto, en el sector del automóvil, se traduce a que en estos últimos tiempos de transición hacia maneras de moverse más eficientes, han aparecido cientos de nuevas empresas que buscaban hacerse hueco en una muy complicada industria.
Y es que en estas últimas décadas apenas unas pocas empresas han podido hacerse hueco entre los grandes nombres del sector, por lo que lanzar una empresa que además pretende establecerse en un nicho de mercado muy exclusivo y específico, es más complicado aún. Tesla, con sus coches eléctricos, es una de las pocas que puede presumir de esto, y en gran medida ha empujado a muchas nuevas empresas a seguir su camino con el mismo tipo de vehículos, pero la realidad es que el caso de la empresa de Elon Musk no es el más típico.
Este puede ser el perfecto ejemplo de Charge, una pequeña empresa estadounidese que hace más de dos años presentó una exquisita restauración en clave eléctrica del Ford Mustang, más concretamente de la versión de 1967. Dado que se trataba, en esencia, del restomod de un Mustang para el que se necesitaban fabricar de nuevo algunas piezas originales, la propia Ford llegó a conceder permiso a Charge para producir estos componentes bajo licencia.
Dos años después, y tal y como ha indicado la propia Charge en un comunicado, el proyecto no ha llegado a buen puerto. Señala la empresa: "Como muchos otros en el espacio de los coches eléctricos, recientemente hemos enfrentado desafíos significativos. Por lo tanto, con profunda tristeza le informamos de que, a partir del 31 de mayo de 2024, Charge Cars Ltd ("la Compañía") ha sido puesta en manos de la Administración".
A buen seguro mucho tiene que ver que, además de apuntar a un tipo de cliente muy específico con un coche clásico impulsado por un sistema eléctrico, el precio de cada una de las 499 unidades planificadas se fijara en el medio millón de dólares.
Aun así, la empresa no pierde la esperanza y espera volver a encontrar el camino de dar salida al proyecto: "Creemos sinceramente que este no es el final para el 67, y estamos explorando todas las vías para volver a la acción".
Al igual que Charge, muchas son las empresas que no han encontrado la viabilidad en un mundo en el que para poder lanzar un proyecto de este tipo de manera exitosa, se ha de acertar desde el principio con el planteamiento del producto, y querer poner en el mercado un coche clásico pero eléctrico, no parece del todo acertado, a tenor de sus resultados. Tampoco una autonomía de 300 kilómetros y una potencia de carga de 50 kW hacían del todo atractivo al 67 como coche eléctrico, por muy exquisita que fuera la ejecución de su habitáculo.
En este sentido, y tal y como ha señalado recientemente el CEO de Rimac y Bugatti, Mate Rimac, los coches eléctricos son como los relojes inteligentes. A su modo de ver, el público está dispuesto a pagar altas cantidades de dinero por productos de corte exclusivo pero de percepción analógica.:"No pagarías 200.000 euros por un Apple Watch. Por un reloj analógico sí".