Carlos Tavares, CEO de Stellantis, es conocido por sus declaraciones realistas relacionadas con la electrificación de la industria del automóvil. Si bien no se manifiesta en contra de este proceso, sí trata de poner en contexto como se está produciéndolo provocando en ocasiones cierta polémica en el sector. Esta vez, el baño de realidad viene dado por su pronóstico anticipado, según él "fácilmente deducible", sobre la escasez de los materiales que forman las baterías y también la dependencia de los países asiáticos. A la vez adelanta posibles problemas estructurales por el extra de peso que añade la batería a los coches eléctricos.
Durante la conferencia Financial Times Future of the Car 2022 celebrada el pasado martes 10 de mayo, Tavares quiso expresar su preocupación ante un problema que tendrán los fabricantes y que ya está ocupando muchas de sus estrategias comerciales: la escasez, a largo plazo, de las materias primas que conforman las baterías de los vehículos eléctricos, debido a la velocidad del impulso que está acelerando la electrificación.
Tavares asegura que este problema será clave dentro de unos años, en 2025 o 2026, cuando la escasez de materias primas sea un hecho y será el problema más acuciante al que se enfrente la industria del automóvil. "Y si no hay escasez de baterías, habrá una dependencia significativa del mundo occidental con respecto a Asia. Eso es algo que podemos anticipar fácilmente", asegura el CEO de Stellantis.
La velocidad a la que toda la industria está desarrollando la capacidad de fabricación de baterías está posiblemente "en el límite que nos permite respaldar la demanda de los mercados en los que estamos operando". La excesiva extracción de materias primas que ya se está produciendo hoy en día significa, eventualmente, "derivará en riesgos geopolíticos más adelante". Tavares cree que "es posible que no nos guste la forma en que se obtendrán esas materias primas en los próximos años".
Los fabricantes de automóviles se están esforzando e invirtiendo miles de millones de euros en la tecnología para poner en el mercado millones de vehículos eléctricos alimentados por baterías. En este escenario, Tavares afirma que ellos y los reguladores carecen de visión sobre todas las implicaciones a largo plazo que supone la transición a la movilidad eléctrica.
Añadido al problema del suministro de materias primas, Tavares también anticipó que podrían plantearse desafíos estructurales de tipo técnico en la arquitectura de los vehículos. Los coches eléctricos pesan, de media, unos 500 kilogramos más que sus equivalentes de combustión, debido a la presencia de las baterías. Los ingenieros tienen que tener en cuenta estos incrementos a la hora de diseñar el chasis, lo que supondrá para ellos un reto importante, puesto que deben sopesar la influencia sobre la eficiencia general del vehículo y la dinámica de conducción.
"¿Qué sigue? ¿Dónde está la energía limpia? ¿Dónde está la infraestructura de carga? ¿Dónde están las materias primas? ¿Dónde están los riesgos geopolíticos de obtener esas materias primas? ¿Quién está mirando el panorama completo de esta transformación?" se pregunta Tavares al finalizar sus declaraciones.