En plena era de la electrificación, las marcas hacen esfuerzos ímprobos por lanzar al mercado nuevos modelos. Con cada vez más autonomía y cualidades, los coches eléctricos son el gran paso en la movilidad, pero hay un problema. La cuota de mercado, según el país, sigue siendo más baja de lo esperado a estas fechas. Las marcas se fijan objetivos comerciales que, en el caso de Volkswagen, no se están cumpliendo. Ante la baja demanda, los alemanes se han visto obligados a reducir la producción del ID.4. La planta de Emden reducirá un turno de trabajo.
Desde hace meses, a Volkswagen no le salen las cuentas. Los de Wolfsburgo siempre han aspirado a convertirse en uno de los mayores protagonistas de esta nueva era electrificada. La gama ID nació para dar respuesta a una demanda cada vez mayor. Las normativas europeas obligan a adoptar nuevas estrategias, pero estas se están enfrentando a la resistencia de los conductores. Sí, se venden coches eléctricos, pero lamentablemente no lo hacen al ritmo que todos esperaban. Tampoco ha ayudado la coyuntura internacional que ha provocado muchos problemas a las marcas.
La pandemia de la COVID-19 redujo la disponibilidad de suministros, las materias primas han subido de precio y el coste de la energía se ha disparado ante el conflicto de Europa del Este. Todo ello suma una tormenta perfecta de calamidades y contratiempos que ha obligado a las marcas a subir las tarifas de sus coches. Con precios poco asumibles por la mayoría, la renovación del parque de vehículos se ha ralentizado y, en algunos casos, como en España, está envejeciendo a ritmos alarmantes. El último clavo del ataúd ha sido la llegada de modelos provenientes de Asia, con un precio mucho más atractivo.
Volkswagen lo tenía todo preparado para triunfar: la tecnología, los coches y las fábricas. La planta de Emden recibió una fuerte inyección de dinero. Con una inversión de 1.000 millones para adecuar sus líneas a la producción de eléctricos, los alemanes se enfrentan ahora a un bajo ritmo de producción. No por falta de componentes, sino por algo más peligroso, la ausencia de clientes. Esto no es nada nuevo, ya a finales del año pasado se pudo ver un cambio drástico en la demanda. Ni a Volkswagen ni a Mercedes les salían los números de pedidos.
De hecho, en Volkswagen, están intentando volver a la senda de la rentabilidad. Con un margen comercial esperado del 6%, actualmente las cifras oficiales muestran que están tres puntos por debajo. Con un beneficio del 3,6% por vehículo vendido, los números no cuadran para las potentes inversiones que se deben ejecutar los próximos años. Manfred Wulff, jefe del comité de empresa de la planta de Emden, ha sido el encargado de desvelar la reducción en la producción. “Estamos experimentando una fuerte reticencia de los clientes en el sector de los vehículos eléctricos”.
La demanda es un 30% inferior a lo esperado para el ID.4, el único coche de la familia eléctrica que parece afectado por la reducción de producción. Merece la pena recordar que Volkswagen ha encargado a Emden la fabricación del nuevo Volkswagen ID.7 y ahora, gracias al propio Wulff, sabemos que la producción arrancará más tarde de lo esperado. Todo estaba programado para que comenzara en julio, pero se hará más adelante, sin fecha definitiva fijada. Todo el mundo confía en que el ID.7 corrija los problemas, pero ahora mismo hay más incertidumbres que certezas.