Las aguas bajan revueltas en Wolfsburgo. Si bien el Grupo Volkswagen salió más o menos indemne de su crisis tras el dieselgate, la estrategia eléctrica está afectando mucho más al balance de resultados de gran conglomerado automotriz. Los alemanes no dan con la tecla para impulsar su estrategia eléctrica. Las ventas avanzan, pero no al ritmo deseado. La rentabilidad de la gama ha caído, los retrasos se acumulan y la liquidez está disminuyendo. Ante esta perspectiva, para ahorrar gasto, Volkswagen retrasará la construcción de sus vitales fábricas de baterías.
Por todo el mundo hay una corriente de preocupación con respecto al mercado eléctrico. La industria sigue viendo brotes verdes en la electromovilidad, pero los datos de ventas demuestran que la penetración del coche eléctrico no sólo no es la esperada, sino que se está ralentizando. Algunas empresas empiezan a poner en tela de juicio la llegada masiva de coches eléctricos a corto plazo y algunas de ellas han reducido las expectativas. En algunos casos, más extremos, se ha recortado la inversión ante unas pérdidas inasumibles. El último caso más evidente es el de Ford.
La fábrica de Sagunto no peligra, pero Volkswagen muestra claros síntomas de debilidad
En Volkswagen la situación no es mucho mejor. Los índices de rentabilidad han caído notablemente desde hace un año. Los alemanes, todo el grupo, ganan dinero con cada coche que venden, pero no lo suficiente como para asentar las bases de una gran estrategia eléctrica. Durante el mandato de Herbert Diess, Volkswagen anunció un plan estratégico impresionante para convertirse, a medio plazo, en uno de los mayores fabricantes de coches eléctricos del mundo. Plantas dedicadas al ensamblaje de modelos impulsados por baterías y grandes instalaciones centradas exclusivamente en la producción de módulos y celdas.
El plan original contemplaba la construcción de seis grandes fábricas de baterías en Europa para el año 2030. La primera de ellas se ubica en Suecia, en la localidad de Skelleftea, y comenzará su actividad este mismo año. La segunda estará en Alemania, en la ciudad de Salzgitter. El objetivo es iniciar la producción en 2025. La tercera confirmada hasta la fecha estará en nuestro país, en Sagunto, Valencia y dará el pistoletazo de salida en 2026. La decisión de la planta valenciana no estuvo exenta de problemas y rumores. Durante bastante tiempo el proyecto quedó en entredicho ante la falta de apoyos por parte del Gobierno de España, pero finalmente todas las partes llegaron a un acuerdo, importante para nuestros intereses y para los del fabricante.
Este año debería haberse comunicado el emplazamiento de la cuarta factoría de baterías de Volkswagen, pero esa decisión no se va a tomar ahora. Tal y como ha confirmado el nuevo CEO del conglomerado, Oliver Blume, los planes se han retrasado “por las lentas matriculaciones del mercado europeo”, según sus propias palabras. El objetivo del Viejo Continente es alcanzar una movilidad libre de emisiones en el año 2035 y, si bien las ventas evolucionan positivamente, la transformación del mercado no está siendo tan rápida como habían previsto los analistas y expertos.
Ya en la pasada primavera los alemanes dejaron caer el primer rumor sobre una posible ralentización en la construcción de fábricas específicas para eléctricos. Entonces, Thomas Schmall, consejero delegado de la División de Componentes, aseguró que las necesidades de baterías del grupo Volkswagen estaban cubiertas hasta 2028 con las tres plantas ya confirmadas. La noticia surgió de forma paralela al anuncio oficial de la factoría de baterías que los alemanes van a construir en Canadá, la primera fuera del espacio europeo. Todo esto forma parte de un plan mucho más ambicioso y restrictivo de recolocación y aprovechamiento. Wolfsburgo se ha apretado el cinturón y en los próximos años quiere ahorrar 10.000 millones de euros para cuadrar las cuentas.