En Wolfsburgo no hacen más que pensar qué pueden hacer con su estrategia para reconducir la delicada situación que atraviesa Volkswagen. La compañía alemana no ha encontrado la fórmula para hacer que sus eléctricos sean atractivos en Europa. Las ventas son muy inferiores a lo esperado y cada nueva medida incumple promesas. El escenario es preocupante. Incluso, el Gobierno alemán se ha pronunciado al respecto y pide a una de sus mayores empresas una respuesta rápida. La solución pasa por reducir costes, pero hay muchas voces contrarias a ese plan de ajuste, las de los trabajadores entre ellas.
Tal y como anunció Thomas Schaefer, CEO de Volkswagen, hace unos días, la empresa se ha propuesto ahorrar 10.000 millones de euros en los próximos años con el objetivo de alcanzar una senda de rentabilidad positiva. En 2022, el fabricante alemán cerró el curso con una rentabilidad neta del 3,6% un dato muy inferior al 6,5% que estaba proyectado. Si bien Volkswagen gana con cada venta, no gana lo suficiente como para sostener su vasto entramado y su extensa gama internacional. Son necesarios recortes y así se harán.
Si bien conocemos la cifra objetivo, los planes para conseguir dicho ahorro son bastante difusos. Esto ha hecho que el comité de empresa de Volkswagen haya exigido información más concreta sobre cómo se va a plantear el ajuste económico. Quieren saber si el recorte masivo de gastos va a afectar a la mano de obra, a los trabajadores de la empresa. Reclaman más transparencia a la cúpula directiva. Ya en su momento, Schaefer aseguró que la estrategia se desarrollaría en conjunto con los representantes de los empleados.
En los últimos meses, las noticias relacionadas con el gigante alemán no han hecho más que generar polémica y muchas dudas sobre la estrategia de electrificación. La llegada de Oliver Blume al despacho general del Grupo Volkswagen ha supuesto un cambio de rumbo agresivo. Los planes de la anterior cúpula se han desmontado y ahora el objetivo a corto plazo es recuperar la senda de la rentabilidad. Dicha rentabilidad le permitirá a la empresa emprender nuevos planes, más atrevidos y enérgicos. Sin embargo, como siempre pasa, los cambios rar vez son positivos para todas las partes de una gran compañía.
Es necesario acelerar la llegada de nuevos coches eléctricos, mientras que los actuales y anteriores mantienen las ventas. Recientemente, Volkswagen ha presentado dos grandes novedades, los nuevos Passat y Tiguan, dos modelos muy demandados a nivel internacional. Para su gama ID se plantean nuevos enfoques y poderosas alianzas. En China, Volkswagen ha comprado parte del accionariado de XPeng para tener acceso a su tecnología que les permitirá fabricar coches más baratos. Esto supone una ruptura con lo tradicional. Los rumores sobre posibles despidos en Zwickau, la planta eléctrica más importante de la compañía no dejan de crecer.
El plan de ajuste podría suponer derivar parte de la producción a China, pero por ahora no hay nada confirmado salvo que el ID.3 dejará de fabricarse en la planta de Dresden. Esta misma semana, Schaefer ha asegurado que la hoja de ruta estará acabada en otoño y que en las próximas semanas los responsables de los trabajadores serán llamados a consulta para exponerles el plan y limar asperezas. A pesar de ello, el propio CEO ha sido bien claro con respecto a la situación de la empresa, en julio ya advirtió que el “techo estaba en llamas”.