Si el teletransporte y los viajes en el tiempo no lo evitan, dentro de 100 años seguiremos dependiendo de los medios de transporte físicos para desplazarnos de un lugar a otro o para el simple y necesario ocio. Pero los avances tecnológicos nos aseguran que estos vehículos no tendrán mucho que ver con los que existen hoy en día. El diseñador de motos canadiense Anton Brousseau tiene una idea muy interesante de lo que nos depara el futuro: Moto Sapiens, una motocicleta que, por supuesto, tiene que ser eléctrica que define el vínculo entre el hombre y la máquina.
Como diseñador de motocicletas experimentado, Anton Brousseau ha trabajado anteriormente, durante cuatro años, en Kiska, Austria, donde, entre otros, se crean los modelos de KTM y Husqvarna que más adelante acaban viendo la luz como motocicletas diseñadas con los criterios y los gustos de la última generación. Brousseau continúa persiguiendo su pasión por el diseño. El mismo diseñador que hace poco, junto a Andre Taylforth y Anton Guzhov, ponía sobre la mesa Hydra, una motocicleta eléctrica futurista alimentada por hidrógeno, ahora llega con otro concepto todavía más futurista.
Este concept es todavía más inverosímil, un vehículo que, muy probablemente, no se materialice en los próximos cien años. Sin embargo, merece la pena conocer lo que se le ha ocurrido a un diseñador cuyas ideas de ayer están presentes en las motos de hoy. Además de por el diseño, Brousseau también está interesado por la anatomía, la biomecánica y la tecnología, y ha unido todo esto un una motocicleta futurible y tangible.
Su nombre ya casi la define: Moto Sapiens, que se deriva de Homo Sapiens. Es una motocicleta inteligente que representa la unión perfecta entre el hombre y la máquina. Los conceptos fundamentales se componen de varios elementos distintos. En esencia, representa un vínculo directo entre el cerebro humano y el ordenador de a bordo de la moto, incluida su inteligencia artificial. La estrecha relación entre el hombre y la máquina debe mezclarse con las partes móviles de la moto, dando al piloto la impresión de que el hombre y la máquina son uno.
En un artículo reciente publicado por la revista alemana de motociclismo Motorrad, Anton revela cómo desarrolla estos conceptos: "Los desvíos al procesar la información nos ralentizan. Todo sucede indirectamente, a través de los ojos, los oídos y la motricidad humana. Imaginemos que pudiéramos conducir la moto respondiendo directamente, en milisegundos, con nuestros pensamientos. Además, imaginemos si pudiéramos sentir con los neumáticos tan finamente como podemos con el sentido del tacto en nuestros dedos".
Hoy, la descripción de Brousseau parece algo un poco inverosímil. Sin embargo, los avances tecnológicos en las interfaces neuronales hombre-máquina ya han comenzado en otros sectores. Esta tecnología se ha utilizado mucho en el ámbito médico, por ejemplo, para prótesis dotadas de control por voz. Además, la nanotecnología y los refuerzos de carbono se han utilizado durante mucho tiempo en el desarrollo de músculos, extremidades y otros componentes artificiales para el cuerpo humano. No hace falta decir que mientras la tecnología progrese, estos avances continuarán adelante y que Moto Sapiens, que por cierto deberá propulsarse mediante alguna tecnología eléctrica conocida o no, algún día podría convertirse en realidad.