La última de todas las motocicletas eléctricas que hemos puesto a prueba ha sido también una de las más prestacionales y exclusivas dentro del segmento que conforman las "125" eléctricas en nuestro país. Se trata de la Ray 7.7, que en formato de scooter eléctrico se propone uno de los modelos con mejores cualidades del mercado español.
Es un scooter eléctrico que gracias a su potencia nominal se cataloga como una equivalente a 125 (categoría L3e) y que como tal puede ser conducida con el carnet A1 o el de coche con al menos tres años de antigüedad. Su motor eléctrico rinde una potencia de 14,75 CV (11 kW), el límite para a afectos legales poder considerarse un equivalente a 125.
Sin embargo esos casi 15 CV son su potencia nominal, y en la práctica nos encontramos con potencias pico de 23 CV. Ello unido junto al ímpetu con el que los motores eléctricos entregan su potencia hace que nos encontremos con un scooter urbano algo radical, pues corre igual (o más) que algunos de gasolina cuya cilindrada los cataloga como superiores (en semáforos sale más rápido que una 300, constatado con comprobación empírica).
Esta es sin duda la característica más llamativa de la Ray 7.7, pero lo cierto es que el resto de su planteamiento nos deja con un interesante producto que merece ser analizado en total profundidad. Tras haber convivido con ella durante una semana la analizaremos en base su concepto, para ver qué ofrece atendiendo a su precio y posibles rivales, y con ello saber qué tal es en el plano diario y hallar si merece la pena o no por lo que cuesta.
Ray 7.7.
¿Qué tipo de moto eléctrica es la Ray 7.7?
Antes de entrar a describir a la Ray 7.7 y desgranar su concepto, se ha de tener claro que ha sido diseñada atendiendo a la calidad con una prioridad casi absoluta, y ello se ve reflejado en su precio, pues en su especificación más asequible cuesta 8.500 euros, por lo que es sustancialmente más cara que la mayoría de modelos a la venta. Sin embargo por su condición de equivalente a 125 se puede beneficiar de los 1.100 euros (mínimo) del Plan Moves III.
Al poner nuestras manos sobre la 7.7 y empezar a pilotarla, queda claro desde un primer momento que el sobreprecio conforme a otros scooters eléctricos como la Super Soco CPX o la NIU MQi GT queda más que justificado, yendo incluso más allá del apartado prestacional.
Al igual que estos se articula en torno al concepto de un scooter eléctrico urbano, que además es casi un rueda alta (tiene una rueda delantera de 16 pulgadas), lo que tiene claros beneficios en su manejabilidad a velocidades de ciudad. No obstante por aptitudes puede se pueden plantear con ella viajes cortos por autovía (nosotros teníamos la intención de hacer uno de 60 kilómetros pero un temporal durante los días de prueba nos lo impidió).
Ray 7.7.
Su diseño tiene aires deportivos y futuristas, y sus proporciones están marcadas por una longitud que se convierte en parte de su identidad. Mide 2,05 metros de largo, mientras que la distancia entre ejes queda acotada en los 1,452 metros. En general su estética gusta, pero llega a polarizar algunas opiniones a causa de su longitud y aires "muy eléctricos" (tal y como nos han llegado a comentar).
Tiene el suelo plano, hueco bajo el asiento para un casco integral y suficiente espacio en el sillón como para llevar a un pasajero de manera cómoda. Además, tiene la particularidad de poder ajustarse la altura del asiento del piloto.
El motor eléctrico está posicionado de manera central y manda la potencia a la rueda trasera a través de una correa dentada. Rinde 10,7 kW de potencia continua con potencias pico de hasta 17,6 kW (23 CV) junto a un contundente par motor de 290 Nm. El peso total del conjunto es de 165 kilos, una cifra relativamente alta para tratarse de un scooter eléctrico urbano, pero el peso de la batería de 7,7 kWh se tiene que ver reflejado en algún lado más allá de la autonomía de 154 kilómetros homologados.
Ray 7.7.
Todo lo anterior lleva a la Ray 7.7 a una velocidad máxima de 125 kilómetros por hora, con un 0 a 100 en 7,7 segundos, aunque el dato prestacional que llama más la atención y el que manda en la experiencia de conducción es el 0 a 50, ya que lo marca en tan sólo tres segundos.
En cierto sentido, la Ray 7.7 milita en su propio nicho de mercado, pues no tiene ningún rival directo. Tan sólo hay un scooter eléctrico que por concepto se puede se acerca en ciertos aspectos a la Ray 7.7, el Silence S01, y aun así el scooter protagonista de estas líneas se desmarca tanto en precio como en prestaciones. El S01 es otro scooter eléctrico de ingeniería española que en su versión estándar (que ahora se denomina Connected) cuesta 6.250 euros ofreciendo a cambio 133 kilómetros de autonomía, 9 kW de potencia y batería extraíble (la de la Ray es fija).
Tampoco es directamente comparable con el BMW CE 04 en su versión de homologación L3e, aunque se puede decir que intenta proponerse como un modelo con mejor relación calidad/precio, pues el scooter eléctrico de BMW cuesta 12.050 euros (3.550 euros más que la Ray) y logra 50 kilómetros menos de autonomía.
Así es y así se comporta la Ray 7.7
La Ray 7.7 es un scooter eléctrico que se puede definir como placentero de pilotar, aunque esta sensación no viene otorgada por las sensaciones que transmite su cadena cinemática (como puede suceder en motocicletas de gasolina), sino porque todo el conjunto se muestra sólido y se siente como una única pieza que funciona con fluidez y en total armonía, sin aspectos que destaquen sobre otros que se quedan atrás.
Ray 7.7.
La calidad de acabados y los ajustes de las distintas piezas es realmente alto, y nos damos cuenta de ello, y de que la atención al detalle está presente en todos lados, al accionar los distintos mandos o empezar a analizar detenidamente los distintos paneles y materiales de los que está compuesta su carrocería. El diseño puede gustar o no, pero poco o nada se puede achacar a la calidad de construcción.
Muestra del esmero puesto por el fabricante español en la 7.7, y que de nuevo justifica su precio, son algunos de los componentes que sustentan la técnica del scooter eléctrico. Entre otros hemos de destacar el sistema de frenado, fabricado por la empresa también española J.J. (con pinza de doble pistón mordiendo el disco delantero de 260 milímetros), mientras que los neumáticos que equipa de serie son de marca Pirelli.
La unidad que pusimos a prueba (y que tuvimos el placer de estrenar) tenía la pantalla de protección contra el viento opcional, pero no disponía del cargador rápido, que eleva la potencia de carga de 1,8 kW a 3,2 kW a cambio de 750 euros más. Tras nuestra experiencia, y teniendo en cuenta que en la mayoría de ocasiones un scooter eléctrico es cargado durante la noche, el cargador de serie nos resultó más que suficiente, pues la carga se completa en menos de 4 horas reales ya que nunca llegaremos apurar la carga tanto como para tener que esperar desde el 0 %.
Ray 7.7.
Existen tres modos de conducción que nos valdrán para configurar la entrega de potencia y el efecto de la frenada regenerativa. Hasta ahora no hemos conducido ningún otro scooter eléctrico con el que realmente se pueda llevar a cabo una conducción sin tener que recurrir a los frenos en circunstancias normales, o a un pedal (como se suele decir en el ámbito automovilístico), aunque a decir verdad tras un tiempo prolongado nuestra mano se llega a cansar, pues al contrario de lo que sucede en un coche, en un scooter tenemos que ir dirigiendo y dosificando el gas y decelerando con la misma mano todo el rato.
Los modos de conducción se denominan City, Flow y Sport. De los tres el modo Flow es el único en el que la frenada regenerativa no actúa a no ser que accionemos la maneta de freno, ya que este modo está pensado para mantener cruceros en autovía y autopista. Por su parte en los Sport y City el motor eléctrico retendrá desde el primer momento en el que aflojamos el acelerador, aunque de manera muy gradual y con más efecto a medida que la velocidad es menor. La potencia queda limitada en un 60 % para el modo City, un 70 % para el Flow, mientras que el 100 % se desata con el Sport.
La mayor parte de la prueba la llevamos a cabo con el modo City, pues la potencia que eroga la Ray 7.7 es en este modo sigue dejando atrás al común denominador de los scooters y motocicletas con los que compartimos la vía, y además es en el que más autonomía se logra, aunque en modo Sport será capaz de promediar autonomías de 90 ó 100 kilómetros, lo que sigue resultando más que de sobra para el uso medio diario que se exige a un scooter urbano.
Ray 7.7.
A pesar de que la sensación de armonía entre los distintos sistemas de la moto es la nota predominante mientras pilotamos la Ray 7.7, lo cierto es que es difícil ignorar la contundencia con la que es capaz de acelerar, y en recurridas ocasiones accionamos el modo Sport para en salidas de semáforos y demás circunstancias sacar partido de todo el potencial del motor eléctrico.
Hablando sobre semáforos, un aspecto positivo acerca de su comportamiento es que dado que tiene el centro de gravedad muy bajo su estabilidad es muy alta. De ello nos percatamos especialmente al escurrimos entre filas de coches parados a la espera de un semáforo, donde nos adentramos con una seguridad plena sin temor a rozar ningún retrovisor, pues a velocidad baja apenas titubea y no tenemos la necesidad de corregir la dirección que marcamos con el manillar al avanzar.
Una vez a la cabeza del semáforo, habrá quien no pueda llegar a creerlo, pero insistimos; no exageramos cuando decimos que la Ray 7.7 despega de entre el resto del tráfico cuando se aprieta el acelerador. Y lo hace en cualquier modo, pero de manera especialmente fugaz en modo Sport. En cierto sentido la manera con la que acelera la Ray 7.7 te envenena, y se acaba yendo más rápido de lo que irías con cualquier otro scooter (ya sea eléctrico o no).
Ray 7.7.
En lo relativo a su autonomía, según el ciclo de homologación WTMC para motocicletas la Ray 7.7 logra con una carga completa una autonomía de 154 kilómetros, mientras que Ray indica de manera orientativa en que puede lograr autonomías de 110, 130 y 160 kilómetros a velocidades sostenidas de 100, 80 y 50 kilómetros por hora.
En base a nuestra experiencia podemos afirmar que, efectivamente, la autonomía homologada se acerca a la real si nos ceñimos a un uso urbano e interurbano, mientras que a velocidades constantes de entre 90 y 100 kilómetros por hora no será difícil acercarse a los 100 kilómetros e incluso rebasarlos con una carga completa. Más adelante publicaremos la prueba de autonomía a la que sometemos a todas las motos eléctricas que pasan por nuestras manos.
¿Y qué tal se comporta en autovía? Bien es cierto que quienes se planteen la compra de un scooter eléctrico tendrán la ciudad como principal escenario de uso diario, pero la Ray 7.7 puede ser de los pocos scooters eléctricos que se pueden plantear para uso diario en autovía a las velocidades constantes mencionadas en el párrafo superior, aunque teniendo en cuenta que para dejar margen de batería, cada trayecto de ida y vuelta no podrá ir más allá de los 50 kilómetros.
Ray 7.7.
Llegados a este punto tan sólo podemos achacar dos puntos flacos para la Ray 7.7. Uno es el tarado de suspensión, que tal vez pueda ser demasiado deportivo y firme para un scooter que la mayoría del tiempo rodará por ciudad (aunque habrá quien lo agradezca). En en asfalto en perfecto estado se traduce a un comportamiento realmente capaz, pero en otras ocasiones al pasar algún bache o superficies rotas lo deja notar todo al piloto de manera acentuada, rompiendo ese confort de marcha y armonía que logra cuando el asfalto acompaña.
El otro apartado donde flaquea es en la protección contra el viento a velocidades relativamente altas, a las que invita a ir (hemos llegado a ver en el marcador superaba ligeramente los 130 kilómetros por hora), y aunque la unidad de pruebas equipaba la pantalla opcional que nos protegía mejor la zona superior del cuerpo, no hemos de olvidar que sigue tratándose de un scooter y no un maxiscooter o una motocicleta de carretera.
Conclusión
Es cierto está entre los scooters eléctricos más caros del mercado, pero puede ser planteada incluso como una alternativa asequible a la BMW CE 04, pues cuesta 3.550 euros menos sin rechazar calidad y componentes de primera, ofreciendo además más autonomía que el modelo alemán.
Ray 7.7.
El hecho de equipar una batería fija implica que aquellos que no dispongan de toma de corriente en su lugar habitual de aparcamiento (ya sea en casa, el trabajo o universidad), no la podrán cargar de la manera más conveniente. Por ejemplo, el resto de scooters eléctricos suelen disponer de baterías extraibles con las que aunque aparquemos en la calle, las podremos cargar en casa. En Ray defienden las baterías fijas por el enfoque prestacional de su scooter eléctrico.
Además, se puede decir que la Ray 7.7 puede calar profundo en el corazón de ciertos compradores. Y es que aquellos que deseen un scooter de más potencia que un 125 pero que por tiempo o ganas no se encuentran en predisposición de volver a pisar una autoescuela, con la Ray 7.7 tienen un scooter eléctrico que corre como un 300 o un 400 y que es accesible con el carnet de coche y tres años de antigüedad o el A1.
En definitiva y tras nuestra experiencia, podemos definir a la Ray como un scooter eléctrico de acento deportivo de muy buena calidad de construcción. La deportividad no sólo la aporta la aceleración que es capaz de lograr, sino también aspectos como la dirección y el tarado de la suspensión, además de un centro de gravedad realmente bajo gracias al peso de las baterías.
Ray 7.7.
También se plantea como uno de los pocos scooters eléctricos capaces de lidiar con uso en autovías recurrentemente, tanto por velocidad máxima como por autonomía, y es cómodo para llevar con nosotros un pasajero de manera asidua. En general se puede decir que entre los scooters eléctricos de momento y hasta la llegada de rivales más directos es el mejor en términos absolutos, y ello conlleva un precio a pagar, aunque que en base a sus rivales no está fuera de contexto.