Las ciudades son un organismo vivo. Crecen y se expanden con la llegada de nuevos habitantes y el surgir de nuevas actividades. Las grandes capitales europeas han visto aumentar su población en las últimas décadas. Millones de personas viviendo en unos pocos kilómetros cuadrados. Esta es la receta para el caos, sobre todo circulatorio. Sin embargo, la llegada de nuevos formatos de movilidad urbana ha abierto el horizonte para una industria que ahora podría verse amenazada. París, la ciudad del amor, ha dado el primer paso.
Los patinetes eléctricos son cada vez más populares. El transporte urbano siempre se ha centrado en cuatro ejes principales: metro, autobús, taxi y coche. Como ya hemos dicho, la expansión de las grandes capitales europeas ha originado el nacimiento de sectores secundarios que permiten a miles de habitantes moverse por la ciudad sin tener que usar los métodos habituales, saturados por la falta de inversiones públicas e incapacitados para crecer al mismo ritmo que sus usuarios.
En los últimos años han surgido sistemas alternativos como el carsharing, los VTC, las bicicletas y los patinetes. Si bien en un principio todo apuntaba a un formato poco aprovechado, las cifras de crecimiento han demostrado que la movilidad personal ha crecido exponencialmente rápidamente, casi sin control. Los patinetes eléctricos han centrado la ira de miles de habitantes de París. El mal uso de muchos usuarios, así como una legislación poco efectiva, han provocado el efecto contrario. Miles de patinetes tirados por la calle que impiden u obstaculizan el fluir corriente de los peatones y de millones de turistas que visitan la ciudad cada año.
A finales del año pasado surgieron los primeros rumores sobre una más que probable eliminación. La alcaldesa de la capital, Anne Hidalgo, se tomó unos meses para pensar sobre el futuro de los patinetes. En abril de este mismo año un referéndum público dejó claro que los habitantes de la ciudad no querían los patinetes por sus calles. La votación reflejó un 89% de votos a favor de la eliminación. El mes de septiembre ha arrancado con la prohibición definitiva de los servicios de alquiler de patinetes. Un estudio llegó a reflejar la frenética actividad de las empresas: 15.000 patinetes en circulación con una media de 27.000 viajes por jornada.
Los motivos para borrar del mapa el alquiler de patinetes por minutos no sólo se han centrado en los problemas con el uso indebido, sino también en la seguridad de todos los usuarios. En 2021, París registró un total de 247 accidentes, principalmente por errores de uso, con el resultado de una fallecida. En 2022, la cifra superó los 350 accidentes. Ahora, todo el mundo se pregunta cuál es el siguiente paso. Todo apunta a que las bicicletas ocuparán, en parte, el espacio libre de los patinetes. Empresas del sector han reconocido su malestar por la medida popular pues son miles de euros lo que dejarán de ingresar cada día.
¿Cuál es el escenario en España?
En nuestro país, la DGT ha tomado medidas para normalizar el uso de los cada vez más numerosos patinetes eléctricos. Según la Federación Española de Vehículos de Movilidad Personal, en España hay más de 700.000 patinetes en circulación. En 2021, último año con registros, se contabilizaron un total de 385 accidentes en todo el país, con 13 víctimas mortales.
Si bien el crecimiento es rápido, la normativa de la DGT ha potenciado el buen uso, aunque no siempre sea así. En ciudades como Madrid se contabilizan, aproximadamente, unos 5.000 patinetes de alquiler en circulación. Por ahora, ningún consistorio ha promovido su prohibición, aunque en algunos casos la actividad ha sido regulada para evitar los problemas surgidos en París.
