China reduce las ayudas a coches eléctricos para potenciar la infraestructura de recarga

A nivel nacional, las ayudas a la compra de coches eléctricos se limitarán a aquellos que dispongan de más de 400 kilómetros de autonomía eliminándose completamente los subsidios locales. El objetivo es aumentar la calidad de los vehículos y centrarse en la infraestructura de recarga.

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27/03/2019 14:02
Actualizado a 07/04/2019 15:14

El Gobierno Chino ha confirmado la reducción de los subsidios, que se ofrecerán a partir de ahora para la ayuda a la compra de vehículos eléctricos y su intención de eliminarlos definitivamente a partir de 2020, con la intención de trasladar la inversión a la infraestructura de recarga y al aumento de la calidad de sus productos. A nivel nacional, las ayudas quedan reducidas únicamente a los vehículos eléctricos que dispongan al menos 250 kilómetros de autonomía y se suprimirán completamente las ayudas locales. Esta esperada reducción de las ayudas a la compra de vehículos eléctricos ha provocado un aumento en las ventas en los primeros meses de 2019.

Durante los últimos años, China ha desembolsado miles de millones en subsidios y otros incentivos con el objetivo de dominar la industria del coche eléctrico. Los primeros planes ayudaron a la proliferación de pequeños fabricantes, cuya calidad de construcción era cuestionable. Más tarde, el gobierno comenzó a subvencionar a los fabricantes de baterías, lo que dio origen a la empresa CATL (Contemporary Amperex Technology), que cuenta con participación pública. Posteriormente estableció un sistema de créditos obligando a que los vehículos eléctricos constituyan un parte obligatoria de las ventas de los fabricantes.

Hasta ahora las ayudas a la compra de coches eléctricos en China utilizaban diferentes herramientas para incentivar la compra: subsidios económicos, descuentos, políticas de ayuda a la industria, normativas de emisiones y consumos, e incluso en una última etapa, cuotas mínimas de fabricación de obligado cumplimiento.

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Sin embargo, el mayor incentivo existente en China han sido las normativas locales que se están imponiendo para reducir la contaminación. Seis ciudades chinas cuentan con un mercado de vehículo eléctrico equiparable a los de Japón, Reino Unido y, por ejemplo, Shenzhen y Shanghái, con 85.000 y 80.000 vehículos eléctricos vendidos respectivamente en 2018, superan los 72.000 coches eléctricos matriculados en Noruega y Alemania.

Si bien las ayudas han impulsado el rápido crecimiento de la industria china de automóviles eléctricos, existe la preocupación de que los fabricantes de automóviles se hayan vuelto demasiado dependientes de ellos a expensas del desarrollo tecnológico y la mejora de los vehículos .Con esta reducción, el gobierno chino pretende fomentar la innovación y mejorar la tecnología de los vehículos eléctricos enfocándose en madurar la industria, una vez que el mercado ha dejado de ser un nicho emergente.

Según el gobierno, la nueva estrategia tiene como objetivo desarrollar vehículos eléctricos con mayores estándares de calidad. Para ello, a nivel local, adoptará un periodo de transición de tres meses para que cada uno de los gobiernos locales ponga al día los subsidios de acuerdo con las nuevas normas. Una vez finalizado este periodo, los fondos de las ayudas deberán dedicarse a la infraestructura de recarga.

BYD construirá su cuarta fábrica de baterías en China

Estación de recarga para taxis eléctricos en China.

A nivel nacional, el subsidio a la compra de un coche 100% eléctrico movido por batería queda reducido a aquellos que homologuen autonomías superiores a 250 kilómetros, en lugar de los 150 que exigían anteriormente. Además la ayuda se reduce a la mitad, 25,000 yuanes (3.300 euros) por vehículo para aquellos que superen los 400 kilómetros de autonomía, a partir de 50.000 yuanes (algo más de 44.000 euros). Al combinar esta reducción con la eliminación completa de los incentivos directos de los gobiernos locales, la reducción total es del 67 %.

Estos recortes coinciden con el inicio de la construcción de la Gigafactoría 3 de Tesla en la ciudad de Shanghái, de la que saldrán 3.000 unidades del Model 3 a finales de este año y también con la construcción allí de una nueva fábrica de baterías de BYD.

El Ministerio de Finanzas ha anunciado también nuevos subsidios para ayudar a la adquisición de autobuses eléctricos, un sector en el que China domina de forma aplastante con cerca del 99% de la flota mundial circulando por las calles de sus ciudades. Un ejemplo de esto es la ciudad de Shenzhen, que en 2017 electrificó toda su flota de autobuses.

Ahora, infraestructura de recarga

La infraestructura de carga es, por su coste de implementación, la mayor barrera para la adopción de la movilidad eléctrica. Por esta razón, el gobierno chino ha decidido esforzarse en este campo con el objetivo de que sea económicamente rentable para las empresas privadas.

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Aparte del coste, la disponibilidad de infraestructura de carga pública es otro factor importante en las decisiones de compra de un coche eléctrico. De acuerdo con un informe reciente del Centro de Política Global de Energía de la Universidad de Columbia, menos del 40% de los chinos tienen acceso a una estación de carga dedicada.

China cuenta actualmente con más de 800.000 cargadores instalados. En Pekín, la administración apunta a disponer de 4,8 millones de puestos de carga situados en más de 100.000 estaciones en 2020. La política existente estipula que toda nueva construcción residencial debe estar equipada con instalaciones de carga, junto con otros requisitos.

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