El mercado de las bicicletas eléctricas ofrece una gran variedad de modelos y tipologías pensadas para diferentes usos y diferentes usuarios. Una vez que tenemos claro el tipo de bicicleta que queremos, llega el momento de elegir sus componentes. Entre ellos es posible elegir la potencia del motor, que puede configurarse en una amplia gama de niveles. Desde los más bajos, que suelen alcanzar los 250 W (0,3 CV) hasta bicicletas eléctricas de 1,5 kW (2 CV), que superan incluso a algunas motocicletas eléctricas.
Los diferentes estándares que existen para medir la potencia de los motores eléctricos hacen que los que en teoría ofrecen la misma potencia, realmente pueden tener niveles bastante diferentes. Además, las leyes que limitan la potencia del motor de la bicicleta eléctrica para calificarla como tal, como es el caso de las pedelec en Europa, también conocidas como EPAC (Electronically Power Assisted Cycles), obligan a muchos fabricantes a limitar electrónicamente la potencia de los motores. Así, por ejemplo, los motores de tracción media de Bosch, que se sitúan en el eje del pedalier se clasifican con una potencia de 250 W cuando, en realidad, puede alcanzar los 500 W.
La potencia estándar, 250 W
Los 250 W son la potencia estándar de las bicicletas eléctricas, puesto que es la limitación que impone la Unión europea para no requerir ni homologación, ni matriculación, ni seguro para su circulación. En el mercado hay más de 200 modelos con esta potencia, que son adecuadas para recorridos llanos, sin excesivas pendientes. En este caso los motores situados en el eje pedalier son más apropiados que los situados en el buje de la rueda trasera ya que permiten implementar la clásica transmisión por cadena y piñones, que facilita el pedaleo asistido.
De cualquier forma esta potencia es suficiente para desplazarse por zonas más o menos planas. No se logran grandes aceleraciones pero hay que tener en cuenta que el pedaleo natural de una persona genera menos de 250 W.
La velocidad que pueden alcanzar estas bicicletas suele estar limitada a 25 km/h, una vez más, para cumplir con la normativa pedelec. A partir de esa velocidad, el motor ya no asistirá al pedaleo.
De 350 W a 500 W
A pesar de superar los límites que establece la legislación, el mercado ofrece bicicletas eléctricas mucho más potentes, que pueden ser utilizadas en recintos particulares o en zonas de montaña fuera de las carreteras.
En este rango de potencia la diferencia fundamental respecto a las bicicletas de 250 W es la aceleración, mucho más perceptible si el ciclista es también ligero. Además las subidas serán algo más sencillas de negociar, aunque la facilidad para llegar a la cima dependerá de la pendiente y del peso del ciclista, por lo que en algunos casos no se notará diferencia con las bicicletas de 250 W. Además, hay que tener en cuenta que 500 W puede ser la potencia mínima para superar los 32 km/h de velocidad.
De 750 W a 1.000 W
A partir de este nivel de potencia las prestaciones de las bicicletas eléctricas se disparan en cuanto a aceleración y velocidad, además de comenzar a ofrecer un rendimiento aceptable en las escaladas, independientemente del peso del ciclista, sobre todo si la potencia se acerca al 1 kW.
La velocidad que se puede alcanzar con ellas supera los 45 km/h, incluso en los niveles más bajos de esta horquilla, con 750 W de potencia.
1.500 vatios
Con esta potencia las bicicletas eléctricas comienzan a confundirse con las motocicletas eléctricas ligeras. Sus capacidades de aceleración, velocidad y ascenso son independientes del peso del ciclista. En cualquier caso, son capaces de superar las dificultades que el terreno les imponga. La única limitación que pueden tener es que la pendiente sea tan elevada que no sean capaces de lograr tracción y patinen sobre el terreno.
¿Cuál es el nivel adecuado para cada uno?
Si lo que se quiere es una bicicleta para circular por la ciudad, desplazarse al trabajo o a la universidad y hacer recorridos sencillos sin pendientes elevadas, lo mejor es hacerse con una bicicleta de 250 W legal, que prácticamente cubrirá todas las necesidades.
A partir de esta potencia la elección de la potencia es una decisión personal, en la que entra en juego el uso que se le va a dar, el tipo de terreno que se desea superar y el desembolso económico que se puede alcanzar.