Nikola Corporation, una de las startups que aspiraba a revolucionar la industria de los vehículos eléctricos, ha anunciado hoy mismo que se acoge al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras estadounidense, lo que supone de facto su bancarrota.
Este desenlace pone fin a una trayectoria marcada por la volatilidad, con numerosos altibajos, vaivenes, e incluso escándalos por parte de su fundador y ex CEO, Trevor Milton, acusado de fraude.
Desde su aparición en el mercado hasta los cambios constantes en sus puestos directivos, con acusaciones de fraude incluidas, Nikola ha sido una de las empresas más turbulentas en el sector de la movilidad eléctrica en general y de los camiones eléctricos en particular.
Su caída sigue la misma senda que otras startups como Fisker, Proterra y Lordstown Motors, todas ellas víctimas de un mercado super competitivo y cada vez más difícil. Incluso las empresas más punteras, como Rivian o Lucid Motors, o la propia Tesla, han pasado sus más y sus menos.
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"Nos hemos enfrentado a múltiples factores macroeconómicos y de mercado que han dificultado nuestra operación", explicó Steve Girsky, CEO de Nikola, en un comunicado. "Lamentablemente, nuestros esfuerzos no han sido suficientes para superar estos retos", añadió.
Tras esta combinación letal de baja demanda, problemas financieros y dificultades operativas, la compañía estadounidense busca ahora vender sus activos al mejor postor.
Una industria no apta para todos
Nikola comenzó su andadura fabricando camiones eléctricos de batería, antes de darle una vuelta de tuerca y apostar por camiones propulsados por hidrógeno.
El año pasado, la compañía aseguraba que la producción de camiones de hidrógeno estaba salvando los muebles de la compañía, gracias a una producción un 25% superior respecto al año anterior. No obstante, entre enero y junio sólo consiguieron fabricar 120 camiones.
Aunque incrementó la producción de sus camiones de hidrógeno, las pérdidas por camión seguían siendo elevadas, lo cual no animaba a que los inversores apoyasen a la compañía. A esto hay que sumar una serie de incendios en sus vehículos, que obligó a la empresa a retirar toda su flota, generando serias dudas sobre la seguridad de sus camiones.
Financieramente en el abismo
El anuncio de la quiebra ha provocado un desplome del 38% en sus acciones, que ya estaban en mínimos, reduciendo el valor de mercado de la compañía a menos de 50 millones de dólares. En 2020 llegó a valer más de 27.000 millones de dólares, más que Ford, una burbuja irreal que afectó a más compañías.
Nikola estima que sus activos valen entre 500 y 1.000 millones de dólares, mientras que sus pasivos oscilaban entre 1.000 y 10.000 millones. La situación de liquidez también se deterioró drásticamente: a finales de septiembre de 2024, la empresa contaba con solo 198,3 millones de dólares en efectivo, frente a los 464,7 millones con los que cerró 2023. En el momento de iniciar los trámites legales de quiebra, disponía de apenas 47 millones en caja.
Nikola ha asegurado que continuará ofreciendo servicio técnico para los camiones en circulación y trabajando en el abastecimiento de hidrógeno, al menos hasta marzo. Sin embargo, su futuro parece sentenciado. Hasta entonces, la empresa intentará maximizar el valor de sus activos mediante un proceso de venta estructurado.