Comprar un coche eléctrico en España sigue siendo un desafío. La movilidad eléctrica es una pieza clave en la transición energética y, aunque los precios de los vehículos bajan y la autonomía mejora, su desarrollo depende de un factor fundamental: la infraestructura de recarga.
España ha alcanzado en 2024 las 30.000 estaciones públicas de recarga, un 33% más que el año anterior. Sin embargo, esta cifra sigue lejos de los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2023 y del Reglamento de Infraestructura de Combustibles Alternativos (AFIR) de la Unión Europea.
Quien se plantea la compra de un coche eléctrico en España se enfrenta a un dilema: la oferta de vehículos ha crecido y los precios empiezan a ser competitivos, pero el lento despliegue de puntos de recarga públicos sigue generando incertidumbre.
Aunque la autonomía de los modelos actuales es suficiente para los desplazamientos diarios y, con planificación, también para viajes largos, el verdadero problema surge para quienes no tienen acceso a un punto de recarga en casa o en el trabajo. En estos casos, la disponibilidad de infraestructura pública es clave y ahí es donde España sigue rezagada.
Actualmente, España cuenta con 4 puntos de recarga por cada 100 km de carretera, mientras que Portugal dispone de 9. Esta diferencia se refleja en el ritmo de adopción del vehículo eléctrico: en Portugal, el 33% de las matriculaciones son eléctricas, frente al 11,4% de España. La falta de infraestructura accesible no solo limita la expansión de la movilidad eléctrica, sino que también retrasa la confianza del consumidor en este cambio tecnológico.
Una electricidad limpia
Pero, no basta con puntos de recarga. Si queremos que la electrificación del transporte reduzca realmente las emisiones, la electricidad que los alimente debe ser limpia. El PNIEC 2023 establece que en 2030 el 81% de la generación eléctrica debe provenir de fuentes renovables, con 76 GW de energía solar fotovoltaica y 62 GW de eólica instalados. Lograrlo es clave para que el coche eléctrico sea una herramienta real de descarbonización.
Uno de los retos en la expansión de las energías renovables en el territorio español es el uso del espacio. En los últimos años, la falta de planificación y regulación ha llevado a la instalación de paneles solares y aerogeneradores en lugares inadecuados, generando conflictos con el territorio. Para evitar estos problemas, debemos apostar por soluciones que maximicen el aprovechamiento de infraestructuras ya existentes, como los aparcamientos.
Para revertir esta situación y garantizar que la movilidad eléctrica sea una herramienta real de descarbonización, es imprescindible acelerar la instalación de puntos de recarga de acceso público y asegurar su distribución equitativa en todo el territorio. Esto requiere una mejor coordinación entre administraciones, la eliminación de trabas burocráticas y la promoción de modelos de negocio que hagan viable la inversión privada en esta infraestructura.
Aparcamientos fotovoltaicos con puntos de recarga
Además, es fundamental que el crecimiento de la red de recarga esté alineado con la expansión de las energías renovables para garantizar un suministro eléctrico limpio. En este contexto, soluciones innovadoras como los aparcamientos fotovoltaicos con puntos de recarga cobran especial relevancia.
Los aparcamientos fotovoltaicos pueden dar sombra a los vehículos, generar energía para autoconsumo y alimentar puntos de recarga
Estos aparcamientos permiten aprovechar superficies ya urbanizadas para generar energía limpia y alimentar vehículos eléctricos. Mediante marquesinas solares en aparcamientos públicos, conseguimos un triple beneficio: proporcionar sombra a los vehículos, generar energía renovable para autoconsumo y alimentar puntos de recarga.
El ejemplo canario
El potencial es enorme. Desde la Fundación Renovables realizamos un ejercicio sobre cómo sería este despliegue en las Islas Canarias, donde la disponibilidad de suelo es limitada y la dependencia de los combustibles fósiles alta. La instalación de paneles solares en aparcamientos de más de 1.000 metros cuadrados podría generar hasta 486 GWh al año. Esto permitiría cubrir la demanda de recarga del 68% de los vehículos eléctricos que el Gobierno de Canarias prevé desplegar antes de 2030. Y todo ello sin ocupar nuevos espacios ni afectar áreas protegidas.
Además, la rentabilidad de estos aparcamientos es importante. Una instalación de este tipo puede generar entre 22.000 y 35.000 euros anuales en ahorro y beneficios, lo que permitiría amortizar la inversión en un plazo de entre cuatro y ocho años.
A pesar de ello, en España este modelo aún no está regulado de manera uniforme. Mientras que en Francia la Ley de Aceleración de la Producción de Energías Renovables obliga a instalar paneles solares en todos los parkings de más de 1.500 metros cuadrados, en España sólo Baleares y la Comunidad Valenciana han propuesto una iniciativa similar para los aparcamientos de más de 1.000 metros cuadrados.
Comunidades energéticas
Pero yendo más allá, estas instalaciones también pueden convertirse en una solución clave para el desarrollo de comunidades energéticas. Al compartir la electricidad generada, los usuarios pueden optimizar el autoconsumo y reducir su dependencia de la red eléctrica convencional, fomentando un modelo más descentralizado y participativo de producción y consumo energético.
Esta sinergia entre movilidad y generación distribuida abre la puerta a nuevas formas de movilidad compartida, por las que los propios vecinos, empresas o administraciones locales puedan gestionar flotas de vehículos eléctricos de uso colectivo, recargándolos con la energía producida en estos aparcamientos solares.
Modelos como el carsharing comunitario o las redes de recarga compartidas podrían contribuir a reducir el número de vehículos privados en circulación, optimizando el uso del espacio público y haciendo más accesible la electromovilidad en entornos urbanos y rurales.
Incentivar la innovación y eliminar trabas
La electrificación del transporte es una pieza clave para la descarbonización de la economía, pero no se logrará sin una infraestructura de recarga adecuada y un sistema eléctrico basado en renovables. España ha avanzado en los últimos años en la electromovilidad, pero sigue lejos de los objetivos que exige la UE y de los niveles de penetración del vehículo eléctrico que vemos en otros países europeos. Para acelerar el proceso, debemos eliminar barreras, incentivar soluciones innovadoras como los aparcamientos fotovoltaicos y garantizar que la ciudadanía tenga un papel activo en la transición hacia una movilidad más sostenible.
La buena noticia es que ya existen iniciativas en marcha desde la Administración, el sector privado y las organizaciones del tercer sector que están impulsando este cambio. La clave está en no perder más tiempo y en transformar las buenas ideas en políticas concretas que permitan la implantación masiva de estas soluciones. Si queremos cumplir los objetivos de descarbonización y garantizar un transporte limpio y eficiente, la expansión de la infraestructura de recarga no puede esperar más.