España afronta un escenario económico y geopolítico con muchos desafíos, donde la dependencia de los combustibles fósiles representa una vulnerabilidad clave. Con un 47,9 % del consumo energético basado en petróleo y un 16,6 % en gas natural, la necesidad de avanzar hacia una mayor electrificación es crítica. El volumen de importaciones está lastrando, y puede hacerlo aún más, el crecimiento económico.
En concreto, actualmente, España importa más de 63.000 millones de euros en productos energéticos cada año, lo que equivale a un 4,3 % del PIB. Además, el déficit comercial en productos energéticos alcanzó los 33.000 millones de euros en 2023, y en 2022, tras la guerra de Ucrania, llegó a un máximo de 53.000 millones.
Sin embargo, frente a esto, nuestro país tiene una de las posiciones más favorables en materia de energías renovables y hemos desarrollado una industria que aglutina toda la cadena de valor industrial, tecnológica y de servicios de la movilidad eléctrica, que son vectores esenciales para convertir a España en un caso de éxito global en base a cuatro hitos:
• Potenciar las energías renovables y el almacenamiento energético para reducir la dependencia de combustibles fósiles
• Adecuar la fiscalidad energética en favor de los precios competitivos que brindan las renovables
• Reforzar las redes de distribución y transporte mediante las inversiones que sean necesarias
• Potenciar la electrificación de la economía y que la movilidad eléctrica sea determinante en este proceso
Este escenario hace que la transición hacia una economía electrificada, impulsada por energías renovables y movilidad eléctrica, sea una oportunidad estratégica. España aún está lejos, con el crecimiento actual en matriculaciones, de alcanzar un parque de vehículos eléctricos de 5,5 millones en el año 2030, tal como establece el PNIEC. Pero, si se alcanza el objetivo del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, el despliegue de vehículos eléctricos a esos 5,5 millones podría generar un ahorro cercano a los 14.000 millones de euros anuales en la importación de combustibles fósiles.
Un dato muy importante en sí mismo, pero que tiene efectos colaterales muy relevantes. Tras el gran problema de la dependencia energética de los combustibles fósiles, con su impacto negativo en la balanza comercial de España, la movilidad eléctrica se ha convertido en una pieza estratégica, que permitiría realizar una transición industrial sólida en innovación y sostenibilidad.
Nueva economía de la electrificación y la movilidad
Los anuncios de EE. UU. en materia económica, en proteccionismo e intervención en el mercado energético, hacen que la electrificación de la economía, que ya era estratégica, se convierta en una prioridad crítica y el vehículo eléctrico, como eje de demanda, en un proyecto de país.
En definitiva, la importancia de una nueva economía de la electrificación y la movilidad en España supone una gran oportunidad estratégica que se fundamenta en seis aspectos clave.
Reducción de la dependencia de combustibles fósiles
El primero, la reducción de la dependencia de combustibles fósiles que impacta en términos de sostenibilidad, pero también conlleva ventajas en seguridad energética, estabilidad de los precios y una menor exposición a los riesgos geopolíticos por independencia frente a terceros países. Y, sobre todo, también por la mejora en la competitividad, porque los ahorros energéticos -gracias a potenciar las energías renovables- se extenderían por todo tipo de actividades.
Canalización de inversiones
El segundo factor es que permite canalizar inversiones relevantes en la electrificación de la economía y esto, en sí mismo, posibilitará potenciar una tupida cadena de valor de una nueva industria, especializada en movilidad eléctrica, con un amplio despliegue de actividades económicas, con un efecto de arrastre sobre la economía nacional muy relevante, en diferentes sectores productivos.
Más de 11.000 millones anuales de PIB
En tercer lugar, los 60.000 millones de euros hasta 2030 previstos en el plan de electrificación de España van a permitir, junto a los más de 240.000 millones adicionales de medidas contempladas en el PNIEC, generar más de 11.000 millones de euros anuales de PIB en la industria de la movilidad, lo que haría crecer un 1,94 % anual a nuestra economía durante los próximos 5 años.
Con ello se podrían generar 2.800 millones más de renta a los hogares (que vuelven a la economía en modo de consumo, ahorro, inversión y recaudación impositiva) y unos 1.000 millones en otros impuestos indirectos (IVA e Impuesto de Sociedades).
Incremento en un 1% del PIB
A la vez, y es la cuarta clave, se permitirá reducir unos 14.000 millones las importaciones de combustibles fósiles de España -como he mencionado más arriba-, mejorando en casi un 1 % el PIB de la economía, liberando recursos para potenciar tanto el consumo como la inversión de las empresas y los ciudadanos en la economía nacional y, por tanto, generar más riqueza y empleo.
Mejora de la actividad del sector de la automoción
De la misma manera, en quinto lugar, un parque de vehículos eléctricos de 5,5 millones puede ser un gran impulso industrial, permitiendo mantener actividad en el sector de la automoción de casi 20.000 millones de media anuales, generar más de 8.000 millones de renta anual para los españoles (que vuelven a la economía en modo de consumo, ahorro, inversión y recaudación impositiva) y más de 3.300 millones de otros impuestos indirectos (IVA e Impuesto de Sociedades).
Reajuste fiscal
Y el sexto aspecto clave tiene que ver con los efectos fiscales y sostenibilidad de la recaudación pública. Las Administraciones públicas recaudan unos 12.000 millones de euros por el consumo de combustibles fósiles en el transporte. A medida que la economía se va electrificando, esta recaudación se irá reduciendo (en torno a 2.000 millones hasta 2030), pero no se perderá, sino que la cantidad no recaudada se verá incrementada por varias vías:
-Porque aumenta la renta disponible de los contribuyentes, y hay que pensar que 55 de cada 100 euros de la renta se consume en España (y el consumo es igual a empleo, inversión y recaudación tributaria).
-Porque los procesos de inversión generan nueva actividad económica local y empleo, de tal modo que la capacidad recaudatoria se incrementa de forma más que significativa.
Con la penetración del vehículo eléctrico en España, las Administraciones podrán duplicar lo que dejan de recaudar por los combustibles fósiles
Con la electrificación y la penetración del vehículo eléctrico en España, las Administraciones podrán, como mínimo, duplicar lo que dejarían de recaudar por dejar de usar combustibles fósiles.
Una nueva industria emergente
En suma, la electrificación de la economía española no solo es una estrategia eficiente orientada a reducir emisiones, sino que representa una oportunidad histórica para transformar el modelo económico.
Esta transformación haría posible desarrollar una economía más competitiva, con precios más estables de energía; más sostenible, al potenciar y rentabilizar aún más las inversiones en energías renovables, y más industrial, porque se impulsaría de forma decidida una nueva industria emergente, de alto valor añadido, productividad y tractora de empleo.