La demanda de electricidad no para de aumentar y seguirá haciéndolo en los próximos años y, habiendo tanto dinero de por medio, ni siquiera las petroleras con más solera quieren dejar pasar la oportunidad. Shell es una de estas últimas, una de las mayores compañías petroleras del mundo que quiere abrirse al campo de la energía eléctrica para compensar la bajada en la demanda de combustibles fósiles de los próximos años y, además, reducir sus emisiones de carbono. Y para ello tiene un ambicioso plan.
Shell pretende invertir en su línea de negocio de energía eléctrica entre 2.000 y 3.000 millones al año hasta 2025, el 10% de su gasto total, en una decidida apuesta por el crecimiento de la demanda de electricidad en los vehículos y en la industria, especialmente en economías desarrolladas, que se avecina en los próximos años. Además, Shell quiere aumentar su red de clientes minoristas de 700.000 (en 2018) a 5 millones en 2025.
Este cambio de rumbo conlleva aumentar su participación en energías renovables, potenciar la venta minorista de energía y expandir su red de puestos de recarga para vehículos eléctricos. Una de las cosas más llamativas de su estrategia es su objetivo de obtener unos márgenes de beneficio entre el 8% y el 12% después del periodo de inversión, probablemente alrededor de 2030; unas cifras que raramente se han visto hasta ahora en el sector energético. Por ejemplo, en Gran Bretaña, un país en el que Shell tiene puesto el foco para su expansión, los márgenes de beneficio antes de impuestos para los seis mayores compañías energéticas promediaron el 3% entre 2009-2017, según un informe del regulador de energía del Reino Unido (Ofgem).
Tradicionalmente, el modelo de producción y consumo de combustibles fósiles ha sido predecible y poco flexible en el tiempo, pero ahora Shell se enfrenta al reto de una manera de consumo diferente y cambiante. El consumo de energía eléctrica sigue un patrón distinto, con proveedores minoristas que ofrecen más flexibilidad y pueden ofrecer mejores precios. La forma de consumir energía puede cambiar más aún con los paneles solares en casa, el almacenamiento de energía en baterías y las recargas en puestos públicos.
En los últimos años, las mayores compañías de petróleo y gas de Europa han aumentado su inversión en energías renovables y otras alternativas a los recursos fósiles. La francesa Total, por ejemplo, se ha marcado entre sus planes que su negocio de energía eléctrica llegue a siete millones de clientes en Francia y Bélgica para 2022, aproximadamente el 15% del mercado. Otros rivales de Shell como BP o la italiana Eni tienen previsto meterse en el sector de la energía eléctrica, aunque los planes de Shell son mucho más ambiciosos.
Solamente en los últimos meses, hemos visto como Shell ha puesto en marcha estaciones de recarga rápida en Alemania, ha unido fuerzas con el consorcio Ionity, e incluso ha adquirido empresas como Greenlots, dedicadas a la infraestructura de recarga para vehículos eléctricos.