El aumento de los aranceles para los coches eléctricos fabricados en China, que entrará en vigor el próximo 4 de julio, sigue acaparando reacciones y respuestas. A la petición de los fabricantes del país asiático a su Gobierno para que eleve sus aranceles al 25% a los coches de gasolina europeos se unió una investigación dirigida a otros sectores, entre ellos los de importación de carne de cerdo española o el brandy francés.
En un clima controvertido, llega ahora la respuesta de la Cámara de Comercio de China ante la Unión Europea (CCCUE), que ha reiterado la importancia de continuar importando vehículos eléctricos fabricados en Asia si los 27 Estados miembros desean alcanzar sus metas de transición energética.
Una respuesta ‘más o menos conciliadora’
En las conclusiones de un estudio realizado por este organismo defiende la "cooperación" como el "único camino" para acelerar la transición hacia economías menos dependientes del carbono, destacando la oportunidad para que China y Europa aprendan mutuamente y promuevan la transformación industrial.
Pekín critica a Bruselas y a los socios comunitarios por lo que perciben como una influencia excesiva para imponer nuevas barreras comerciales. Además, señala que los fabricantes de vehículos chinos han avanzado más que Europa en el desarrollo de nuevas motorizaciones para una movilidad sostenible y la infraestructura correspondiente.
El estudio destaca que las marcas chinas han invertido consistentemente en investigación y desarrollo, mientras que las empresas objetivo de los aranceles de la Comisión Europea han experimentado una reducción del 73% en sus ventas en Europa y una caída del 82% en la confianza para invertir en el continente en el futuro próximo.
Los fabricantes chinos muy enfadados
Los fabricantes de automóviles chinos han solicitado al Gobierno de Xi Jinping la aplicación de aranceles a las importaciones de vehículos propulsados por gasolina provenientes de la Unión Europea. En una reciente reunión privada entre fabricantes chinos y funcionarios gubernamentales, a la que también asistieron empresas europeas, varios líderes empresariales asiáticos instaron a aumentar la presión comercial sobre los vehículos más contaminantes.
Actualmente, el arancel de importación de automóviles en China es del 15%, pero las marcas chinas buscan elevarlo al 25% para los vehículos de gasolina. Estas medidas podrían tener un impacto negativo significativo en la industria, estimado en hasta 4.000 millones de euros en intercambios comerciales, según el Instituto Económico Kiel.