China se está haciendo con el mercado de vehículos eléctricos. Unos modelos trabajados estéticamente, con unas mecánicas y tecnología avanzadas, así como un precio de partida adecuado han sido los principales elementos que han hecho que estos modelos triunfen cada vez más en Europa. No son pocos los máximos directivos de compañías europeas que han avisado sobre el riesgo que suponen para su estabilidad económica. Ahora, un nuevo estudio realizado por Allianz les da la razón y asegura que estos se enfrentan a un duro enemigo procedente de Asia.
Según han constatado la aseguradora, los vehículos chinos podrían costarles alrededor de 7.000 millones de euros (en pérdidas de beneficios anuales) a las históricas firmas europeas para el 2030. El mismo estudio afirma que los principales responsables políticos deberán enfrentarse a importantes desafíos al respecto, puesto que podrían ser la única barrera que limite la penetración del mercado chino en Europa.
Entre sus propuestas existen varias opciones: interponer una serie de aranceles a los fabricantes del gigante asiático que quieran vender sus coches eléctricos en Europa, incentivar el desarrollo de materiales y tecnologías de baterías para modelos eléctricos o, alternativamente, permitir que las marcas chinas construyan sus vehículos en el Viejo Continente.
En el mismo estudio se recoge la opinión abiertamente expuesta por parte de Carlos Tavares, CEO de Stellantis. El responsable ha asumido en multitud de ocasiones que las marcas chinas serán un duro rival dadas sus diferentes ventajas, especialmente en el área de costes de fabricación. Las marcas europeas están viendo cómo sus ventas de coches disminuyen significativamente en China a medida que los productores locales ganan adeptos, mientas que, al mismo tiempo, estos mencionados fabricantes chinos también amplían sus fronteras hacia Europa.
El informe de Allianz puntualiza que estas importaciones de vehículos eléctricos procedentes del gigante asiático podrían costarle a la Unión Europa más de 24.000 millones de euros en producción económica para el año 2030. O, lo que es lo mismo, el 0,15% del PIB europeo. “Las economías dependientes de la automoción, como Alemania, Eslovaquia o la República Checa, podrían enfrentarse a un golpe aún mayor, concretamente de entre el 0,3 y el 0,4% del PIB”.
“Hay mucho en juego para la industria automotriz de Europa: cuatro de cada cinco automóviles vendidos en Europa se ensamblan localmente. La región es también la potencia exportadora mundial en el sector, con el comercio de coches generando entre 70.000 y 110.000 millones de euros en superávit comercial para la economía cada año durante la última década”, afirma el informe de Allianz.
Finalmente, el estudio pone cierto énfasis en lo que ha supuesto la conocida Ley de Reducción de la Inflación estadounidense, ya que esta interpone unos altos aranceles a los fabricantes de vehículos que fabriquen fuera de sus fronteras y quieran venderlos en el país norteamericano. Esto ha repercutido directamente en que los fabricantes chinos hayan colocado a Europa como su principal objetivo para sus exportaciones. Algo que deberán defender desde las autoridades europeas, al igual que ya han hecho las de Estados Unidos.