General Motors ya anunció a finales del pasado noviembre que dejaría de fabricar el Chevrolet Volt, uno de los modelos híbridos de la compañía estadounidense. El pasado viernes, durante una de las conferencias ante los inversores de la firma, el presidente Mark Reuss terminó por dilapidar cualquier expectativa en torno a si General Motors continuará produciendo vehículos híbridos. "Son simplemente medidas para contrarrestar los motores de combustión interna", aseguró Reuss.
Muchos clientes aún albergaban esperanzas de que General Motors sustituyese el Volt por otro vehículo híbrido con una tecnología similar, basada en el sistema Voltec de la marca y en el que se invirtieron más de 1.000 millones de dólares –unos 874 millones de euros– en su desarrollo. Sin embargo, el grupo estadounidense no está dispuesto a "desperdiciar" recursos en seguir produciendo vehículos híbridos.
General Motors está fraguando una nueva estrategia a medio plazo con el objetivo de reducir costes. El grupo con sede en Detroit va a apostar principalmente por electrificar la marca Cadillac, aunque esto implica tener que invertir en una línea de producción más costosa. "Podemos gastar el dinero en proporcionar al cliente una solución asequible", explicó Reuss en la conversación con los accionistas.
El cese de la producción del Volt conlleva también el cierre de cinco instalaciones de General Motors en EEUU, entre las que se encuentran las plantas de motores de Baltimore y Warren, que no tienen ningún producto asignado a partir de 2019. A estas se unirán las factorías de Lordstown, Detroit-Hamtramck y Oshawa, en Canadá, que conllevarán el despido de unos 15.000 trabajadores.