Ya se habían producido algunas filtraciones de lo que se estaba cociendo en la Administración de Joe Biden, y hoy se ha anunciado desde la Casa Blanca la aprobación de los aranceles que buscarán acabar en Estados Unidos con el bajo precio de los coches eléctricos llegados desde China.
El Gobierno norteamericano inició una investigación por sus sospechas de que el estado chino había cometido irregularidades, dando ayudas en exceso a los fabricantes de coches eléctricos, que sería lo que hace posible que los vendan en el resto de países por un precio que entienden está "por debajo de mercado".
Según la consultora Alixpartners, los fabricantes chinos recibieron subvenciones por valor de 57.000 millones de dólares entre 2016 y 2022. Una suma que la Administración de Biden ha considerado desproporcionada, pues ellos mismos sólo repartieron 43.000 millones de dólares entre cinco sectores y en diez años. Por su parte, el estado chino hizo lo propio en seis años, y en exclusiva para la industria del automóvil eléctrico.
Unas acusaciones de competencia desleal y por las que la Unión Europa también inició una investigación, aunque en nuestro continente todavía no se ha adoptado ninguna medida, más allá de la decisión de Francia de dejar fuera de las ayudas a la compra a todos los vehículos fabricados en China.
Lo que se ha aprobado en Estados Unidos son una serie de impuestos a los vehículos que vienen de fuera, es decir, aranceles. No es que no existieran ya, pero se han aumentado en una maniobra sin precedentes, y no sólo afectan directamente a los automóviles, sino que también a las baterías, y a los metales y minerales utilizados en los paquetes de las mismas.
De modo que, el arancel del 25% impuesto por Biden a los coches eléctricos chinos, ahora pasa a ser del 100%, es decir, que lo han multiplicado por cuatro. La intención es equilibrar la balanza, para que los fabricantes norteamericanos puedan jugar en igualdad de condiciones.
La tasa para materiales como el acero y el aluminio pasa a ser del 25%, mientras que hasta ahora era de no más del 7,5%, la de los semiconductores se eleva del 25 al 50%, y la de las baterías de iones de litio y sus correspondientes piezas, pasa también del 7,5 al 25%. Los minerales catalogados como 'críticos' aumentarán del 0 al 25% este impuesto por entrada al país.
Todo lo anterior se aplica este año, pero para 2026 tienen otras intenciones, como que cualquier batería de iones de litio, aunque no sea para vehículos eléctricos, tenga un arancel del 25%. De igual modo se aplicará ese año al grafito natural y a los imanes permanentes, que ahora no cuentan con tasa alguna.
Esta decisión no sólo afecta a las marcas chinas, sino que también a las norteamericanas o a cualquier otra que fabrique parte o la totalidad de sus coches en el país asiático.
El objetivo es frenar lo que entienden que es una oferta que empieza a superar la demanda, además de permitir que se relajen los fabricantes locales, que aseguran estar asfixiados por la ofensiva china y sus "precios artificiales", tal y como recoge en esencia el comunicado oficial.
Queda ver qué hace Europa en este sentido, y las consecuencias tanto a nivel económico como de relación política con China.