Una de las tantas ventajas de un vehículo eléctrico es su mantenimiento, más sencillo y económico que el de un coche de combustión. Como los componentes principales del sistema de tracción no tienen tantas partes móviles, necesitan menos cuidados regulares. A veces se llega a decir que los vehículos eléctricos no requieren mantenimiento como tal, pero, aunque sea más simple, sí lo necesita.
Así que, tanto si estás pensando en comprar un coche eléctrico como si lo tienes poco tiempo y aún te surgen dudas, vamos a intentar resolver dudas, detallando el mantenimiento general y el mantenimiento específico que necesita.
Si comparamos un coche eléctrico con uno que tiene motor de combustión interna, veremos que el número de piezas sometidas a desgaste es muy inferior en el primero. En un motor de combustión interna hay numerosas piezas que trabajan a mucha temperatura, con fricción constante y altos niveles de estrés mecánico. A elementos como la correa de distribución hay que añadir consumibles como el filtro de aceite, bujías, el filtro de combustible o el filtro del aire de admisión. Y a eso tenemos que sumar piezas como el embrague de la caja de cambios o los complejos sistemas de AdBlue.
Así que sí, es cierto, un coche eléctrico necesitará menos mantenimiento que un coche con motor de combustión sencillamente porque tiene menos piezas propensas al desgaste y/o a las averías. Pero eso no significa que esté exento y podamos despreocuparnos. Al contrario: como cualquier otro vehículo, necesita unos cuidados que servirán para que todo funcione correctamente, tener un coche más seguro y prevenir males mayores.
Mantenimiento general similar a un coche con motor de combustión
Hay una serie de piezas y elementos comunes en todos los coches que necesitan cierto cuidado periódico y ser cambiados con una frecuencia determinada.
Neumáticos. Quizá el más evidente. Por regla general, los coches eléctricos son bastante pesados y tienen mucho par motor disponible, lo que aumenta el desgaste de los neumáticos. Algunos fabricantes recomiendan hacer una rotación de los cuatro neumáticos cada 10.000 o 12.000 kilómetros, aproximadamente, para que el desgaste sea el mismo en las cuatro unidades.
Líquido del limpiaparabrisas. A veces es un gran olvidado, pero conviene revisar con frecuencia el nivel de líquido, además de comprobar si el depósito presenta grietas o está desgastado. Un limpiaparabrisas específico ayuda a mantener los cristales limpios. Utilizar agua corriente puede atascar los conductos del sistema a largo plazo.
Líquido de frenos. El líquido de los frenos es el encargado de ejercer la presión en el circuito hidráulico de los frenos mecánicos. Es, por tanto, un elemento fundamental para la seguridad de un vehículo y, como tal, conviene prestarle atención y cambiarlo conforme a los intervalos de mantenimiento que señale el fabricante. Normalmente, se necesita un cambio cada tres años.
Discos y pastillas de freno. Los coches eléctricos tienen la ventaja de que desgastan menos los discos y las pastillas de freno gracias a los sistemas de recuperación de energía que llevan prácticamente todos los coches de batería. Este sistema permite reducir la velocidad mediante el motor eléctrico y, dependiendo del modelo, en ciudad se puede conducir casi sin utilizar el pedal del freno. Por tanto, los intervalos para cambiar las pastillas son más largos que en un coche no eléctrico.
Batería de baja tensión 12 V. Es la encargada de alimentar de electricidad a los elementos auxiliares de baja tensión, como los elevalunas eléctricos, las luces o los limpiaparabrisas. Con el tiempo va perdiendo prestaciones y toca cambiarla por una nueva.
Sistema de aire acondicionado. Un sistema cerrado cuyo mantenimiento requiere la experiencia de un especialista. Cada cierto tiempo puede necesitar una recarga del gas refrigerante, además de cambiar el filtro de polvo y polen.
Mantenimiento específico de un coche eléctrico
Una vez hecho el repaso al mantenimiento general o común con un coche de combustión, toca hablar del mantenimiento específico que necesita un coche eléctrico de batería. No incluiremos aquí las especificidades de un coche eléctrico con pila de combustible.
Nivel de refrigerante. Un coche eléctrico lleva refrigerante para la batería y otros componentes del sistema eléctrico de alta tensión, que alcanzan altas temperaturas cuando trabajan. Tener la cantidad de líquido correcta y en buen estado es fundamental para el buen funcionamiento del motor (o motores) y de la batería. Al contrario, la falta de refrigerante puede ocasionar averías graves.
Líquido de transmisión. Los coches eléctricos no tienen una transmisión convencional con varias marchas, pero sí montan una caja de relación fija, además del diferencial, con sus correspondientes engranajes y piñones bañados en aceite. Una buena lubricación es fundamental para que los engranajes funcionen con suavidad, así como para evitar que se alcancen temperaturas demasiado altas.
Los fabricantes suelen dar intervalos muy largos para el cambio del líquido de la transmisión: superior a los 10 años y los 200.000 kilómetros, a veces incluso dicen que dura toda la vida útil del vehículo. Si eres de los que mima su coche para que vaya suave como la seda, cambia este fluido cada 120.000 kilómetros.
Cable de carga. El cable de carga debe estar limpio y seco y, como es lógico, hay que procurar que no se moje cuando está recargando.
Electrónica de potencia. Esto no debe hacerlo el propietario. En las revisiones periódicas del coche, el técnico en cuestión se encargará de comprobar las conexiones eléctricas así como el aislamiento de los cables, el motor y la batería.
La batería, el factor especial
La batería de tracción (la que alimenta el motor o motores del vehículo) no necesita un mantenimiento específico por parte del propietario, aunque sí hay pautas de mantenimiento para cuidar la batería, reducir la degradación y alargar su vida útil.
Las baterías de los vehículos eléctricos se degradan con el tiempo y pierden cierta capacidad; por tanto, el vehículo pierde autonomía. Sin embargo, conforme aumenta la muestra de vehículos estudiada, se está comprobando que la degradación es, en general, inferior a la prevista. En cualquier caso, conviene comprobar su estado de salud periódicamente en el servicio oficial o un taller especializado.
Para alargar la vida útil de la batería, no se debe abusar de los cargadores rápidos de corriente continua. Lo ideal es utilizarlos únicamente cuando no queda otra opción, es decir, cuando se viaja por carretera. La mayor potencia de los cargadores rápidos somete a las baterías a mayor estrés, lo que incrementa la degradación de la pila. Siempre que se pueda, lo mejor es cargar el vehículo a baja potencia (carga doméstica).
También hay que evitar, en la medida de lo posible, recargar la batería al máximo y dejar que se descargue por completo. Los fabricantes coinciden en que lo ideal es mantenerla entre el 20 y 80 por ciento de su capacidad. Esta recomendación no hace falta aplicarla en el caso de las baterías de litio-ferrofosfato (LFP), que son menos vulnerables a los extremos y no sufren tanto por debajo del 10% o por encima del 90%.
Por otro lado, si no se va a utilizar durante un largo periodo de tiempo, es recomendable dejar el vehículo aparcado con la batería en torno al 60% de carga.