Varios ministros del gobierno francés han publicado un artículo alzando la voz contra las normativas de emisiones de la Unión Europea para los automóviles nuevos, alegando que perjudican gravemente a la industria europea y benefician a rivales como Tesla y los coches chinos, criticando duramente a Elon Musk.
En un artículo de opinión publicado en Les Echos, tres ministros franceses -Benjamin Haddad, Marc Ferracci y Agnès Pannier-Runacher- han pedido a la Comisión Europea que suspenda de inmediato estas regulaciones, argumentando que benefician a fabricantes extranjeros como Tesla y a las marcas chinas, mientras ponen en jaque a la industria automotriz europea.
Los ministros describen la situación como un error estratégico que, en sus palabras, "trasladará miles de millones [de euros] a fabricantes chinos que han ganado cuota de mercado europea con prácticas desleales, y a Tesla, cuyo CEO, Elon Musk, desafía abiertamente los valores europeos".
En el artículo, titulado 'No hay lucha contra el cambio climático sin una industria automovilística europea: la Comisión debe asumir sus responsabilidades', los tres ministros del gobierno de François Bayrou piden a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que sea pragmática en cuanto a las sanciones regulatorias contra la industria automovilística por las emisiones de CO2.
La preocupación no solo gira en torno al coste financiero de estas medidas, sino también a la pérdida de competitividad de los fabricantes locales y la pérdida de soberanía frente a una creciente presión internacional. Aseguran que "no podemos permitirnos el lujo de desaprovechar esta transformación [al coche eléctrico]". El artículo lo firman conjuntamente Marc Ferracci, ministro de Industria y Energía; Agnès Pannier-Runacher, ministra de Transición Ecológica, Biodiversidad, Bosques, Mar y Pesca, y Benjamin Haddad, Ministro delegado de Asuntos Europeos.
Un impacto millonario para los fabricantes europeos
Las normas, que buscan reducir las emisiones de CO2 de toda la flota de vehículos vendidos, exigen inversiones multimillonarias a los fabricantes europeos para cumplir con los objetivos establecidos para 2025. En caso de incumplir, deberán pagar una multa, que los fabricantes estiman en 15.000 millones de euros solo para este año.
Algunos fabricantes ya han comunicado públicamente, y de manera individual, cuánto les puede costar este año afrontar la nueva normativa, ya sea por las inversiones necesarias o por las multas. La más reciente en hacerlo fue Volkswagen, que prevé un coste de 1.500 millones de euros. En el caso de Renault, el impacto podría traducirse en multas o incluso en la necesidad de buscar alianzas con otros fabricantes de vehículos eléctricos para compensar emisiones.
Esa es otra posible solución a la que tendrán que recurrir algunos fabricantes: comprar créditos (o derechos) de emisiones a fabricantes de coches eléctricos como Tesla, que tiene su media de CO2 a cero ya que solamente vende coches cero emisiones.
Más flexibilidad para una industria clave en Europa
El descontento francés se suma a una corriente que pide una pausa regulatoria "masiva" en la UE, no solo para las normas de emisiones, sino también para otras regulaciones como las normas ESG (criterios ambientales, sociales y de gobernanza). Según los ministros, el objetivo es garantizar un periodo de transición más razonable para una industria que emplea a 3,5 millones de personas en Europa.
Los representantes franceses proponen un enfoque más gradual. Sugieren que las metas de emisiones puedan flexibilizarse a lo largo de tres o cinco años, extendiéndose hasta 2030. Esto permitiría a los fabricantes europeos adaptarse sin comprometer su estabilidad financiera ni la competitividad frente a las marcas extranjeras.
En este sentido apuntaron el canciller alemán Olaf Scholz y su vicecanciller Robert Habeck, que es también ministro de Economía y Protección Climática de Alemania, que pidieron "transición pragmática" para aliviar algo de presión sobre los fabricantes de automóviles sin perder el incentivo para vender coches eléctricos.
En medio de estas tensiones, los ministros franceses han reconocido los esfuerzos de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, por abrir un diálogo sobre el futuro del sector. Sin embargo, recalcan que el impacto de estas regulaciones es inminente y que las medidas deben ajustarse antes de que los daños sean irreversibles.
¿Quién gana con las normas actuales?
Uno de los puntos más polémicos en este debate es la percepción de que las normas actuales favorecen a los fabricantes chinos y a Tesla. Ambos actores han aprovechado su ventaja competitiva en tecnología de baterías y precios más ajustados para ganar terreno en el mercado europeo, donde la demanda de vehículos eléctricos está desacelerándose.
Para los fabricantes europeos, que ya lidian con las consecuencias de una transición apresurada hacia la movilidad eléctrica, estas normas representan una "espada de Damocles", según los ministros franceses. Mientras las marcas locales invierten millones en adaptar sus productos, las marcas extranjeras parecen avanzar con menos obstáculos.