Volvo llevaba unos meses deseando presentar el EX30. Ahora, tras conocer su precio, se entiende mejor esta gran impaciencia. A un diseño muy atractivo para un SUV eléctrico de su tamaño, algo que ya se sospechaba por imágenes previas, se une un precio tentador. La versión más asequible para el pequeño de la familia Volvo cuesta 36.770 €.
No hay que engañarse, Volvo no se ha convertido de repente en Dacia. No es el coche más barato del mercado, ni siquiera se puede considerar un coche de masas. Sin embargo, es un precio muy competitivo para un SUV eléctrico compacto, con las características de diseño y la calidad de fabricación de Volvo y que, incluso en su versión de acceso, ofrece un equipamiento aceptable y bien elegido.
Un Volvo de este tamaño con motor de combustión no estaría lejos de este precio. Mide 4.230 mm de longitud, 1.840mm de ancho y 1.550 mm de altura. Algunas de sus alternativas son el Renault Megane E-TECH (4.199 mm, desde 42.912 €), el Hyundai Kona eléctrico (4.205 mm, desde 37.850 €), el Smart #1 (4.270 mm, desde 40890 €), el Peugeot e-2008 (4.300 mm, desde 32.650 €) y sus hermanos de Stellantis Opel Mokka-e y DS3 E-Tense o el todavía chino Zeekr X (4.450 mm, sin precio en Europa).
Nadie esperaba que el SUV eléctrico de Volvo en este segmento tan competido fuese a ser más barato que toda la competencia. La marca sueca podría haber pedido más por él sin, probablemente, haber perjudicado significativamente la demanda.
¿Qué ha hecho Volvo para conseguir este precio y no perder dinero?
El EX30 presenta algunas características diferenciadoras que colaboran para que su precio no se haya disparado. Para empezar, la versión de entrada llamada Core Single Motor con 203 kW (272 CV) y una batería de 49 kWh ofrece 352 km de autonomía. Si bien no es un rango escaso, sí se queda por debajo de sus rivales. Además, lo consigue con una batería LFP (litio ferrofosfato), que los fabricantes reservan precisamente para las variantes base por ser más baratas que las ternarias NCM. Para las versiones con la batería de 64 kWh de capacidad hay que pagar, al menos, 5.000 euros más.
En el habitáculo del Volvo EX30 también hay novedades que la marca asigna a su compromiso con la sostenibilidad y a la maximización de espacio interior. Sin embargo, también ayudan a reducir los costes de fabricación. Por ejemplo, los altavoces que habitualmente se sitúan en las puertas se han trasladado a una única barra de sonido situada en lo alto del salpicadero, lo que reduce piezas y cableados y, además, crea más espacio en las puertas.
Los interruptores que accionan los elevalunas eléctricos pasan a situarse en la consola central en lugar de en las puertas, lo que se traduce, de nuevo, en menos cableado y menos botones, puesto que no es necesario duplicar el del pasajero en la puerta del conductor. Imitando a Tesla con el Model 3 y el Model Y, la eliminación de la pantalla que habitualmente se sitúa detrás del volante, contribuye a la rebaja importante de costes.
Habrá que comprobar si estas decisiones alteran la percepción de calidad habitual de los coches de Volvo que tiene mucho que ver con los materiales y como se ensamblan interiormente.
Vender sin regatear
Hay otro cambio que también influye en el precio de venta y que no tiene que ver con el coche sino con la forma de venderlo. El modelo de ‘agencia’ que Volvo ha introducido en lugar de los clásicos concesionarios hace que el precio sea el mismo tanto si se adquiere de forma física en ellos como si se hace el pedido on line.
Según la investigación de Volvo, a alrededor de las tres cuartas partes de sus compradores no les gusta tener que regatear ni desplazarse de concesionario en concesionario en busca de la mejor oferta. Esta forma de comprar crea inseguridad y temor de haber pagado más de lo realmente justo por el mismo producto. Un precio cerrado también ayuda a fijar los márgenes de beneficio para que no afecten a la tarifa final.
Este nuevo concepto de venta está empezando a generalizarse entre los fabricantes que de esta forma retoman el control sobre su producto y aumentan las interacciones con los clientes. El fin es un cambio radical de mentalidad que desembocará en un nuevo sistema de propiedad que se acerque más al concepto de suscripción que al de posesión.
