La recarga es uno de los procesos más delicados a la hora de vivir con un coche eléctrico. Con una infraestructura que todavía no es capaz de cumplir con los estándares esperados, en muchas ocasiones el proceso puede complicarse o ralentizarse más de lo debido. A todos nos ha pasado y es fácil que la frustración se apodere de todos ante un punto con fallos o ante una recarga lenta que aumenta nuestro tiempo de espera. Hay diferentes soluciones para optimizar el proceso. La última tendencia es rodear el conector de la manguera con una toalla húmeda. Ahora te explicamos por qué, pero ya te advertimos que no es nada bueno.
Los fabricantes saben que la recarga puede ser algo muy tedioso. Si todo va bien es maravilloso, pero el problema es cuando algo falla. La estandarización todavía no ha llegado a los sistemas de recuperación de energía, salvo por la toma CCS en Europa y el sistema NACS en Estados Unidos. Cada instalación tiene su aplicación, su formato de pago o su protocolo. Cuando hablamos de recarga súper rápida hablamos de potencias significativas, por encima de 50 kW que si bien son excelentes para recuperar energía rápidamente, también pueden suponer un peligro para la integridad de las baterías, aunque recientes estudios demuestran que la recarga rápida no afecta a la salud de las baterías.
No hay atajos salvo acondicionar la batería y esperar el mejor rendimiento de la estación
Cuando hacemos pasar una corriente de alto voltaje a través de unos cables de pequeño diámetro se genera mucho calor. Elevadas temperaturas que los coches deben gestionar para no dañar la batería en el proceso. La evolución en los sistemas ha permitido que podamos realizar muchos ciclos sin que la integridad de la pila se vea alterada. Los fabricantes desarrollan sistemas de climatización para la batería. Incluyendo formatos que optimizan la velocidad de carga mediante el acondicionamiento previo. Tesla es especialmente buena en esta cuestión. A la hora de fijar como destino un punto de carga, el coche prepara la batería para que una vez llegado a la estación la conexión sea lo más rápida y lo más estable posible.
A pesar de esta enorme ventaja, hay clientes impacientes que quieren recortar el tiempo que están detenidos en un punto de carga. Estas últimas semanas ha corrido el rumor de que envolviendo el conector en una toalla húmeda se optimizaba el proceso. De hecho, algunos han llegado a mostrar públicamente sus beneficios, pudiendo pasar de una potencia normal de 58 kW a una extraordinaria de 119 kW. La teoría dice que al no calentarse tanto la toma de carga el coche es capaz de recuperar energía más rápidamente, pero la realidad es que utilizar este sistema puede dañar seriamente la batería del coche eléctrico.
Tesla ha tenido que pronunciarse al respecto dada la cada vez mayor repercusión de este truco. Los ingenieros han recomendado a sus clientes no hacerlo ya que interfiere con los sensores y los equipos que monitorean la temperatura. El sensor de la toma de carga puede diferir su medición con el de la batería y en ese caso el coche puede tener problemas graves en el futuro. Bajo ningún concepto debemos tomar atajos en algo tan serio como la recarga. No es del agrado de nadie esperar más de lo debido, pero si queremos preservar la integridad de la batería, el componente más caro de un coche eléctrico, debemos confiar en el buen desempeño de los puntos de carga y de todos los sistemas integrados.