A los parámetros habituales que diferencian a unos coches eléctricos de otros se ha unido uno nuevo que en muchas ocasiones puede resultar engañoso si no viene acompañado de una mayor información. A la potencia del motor y la capacidad de batería se suma ahora la potencia de recarga en corriente continua, un indicador de la velocidad a la que recuperará energía y del tiempo que tocará pasarse en una estación de recarga esperando a completar el proceso. ¿Cómo debe interpretarse realmente la cifra que se incluye en la ficha técnica de los vehículos eléctricos?
Para atraer a los clientes, los fabricantes incluyen en la ficha técnica de sus coches una serie de datos con los que se comparan con la competencia. La potencia de un coche se representa por dos valores: la máxima y la nominal. Una cifra que siempre se mide de la misma forma: representa la energía producida por la cadena de tracción (motor+batería) durante 30 minutos. En los motores eléctricos ambas suelen ser muy diferentes, tanto que la máxima puede ser el 50% de la nominal. Dependiendo de la configuración, y por tanto de la distribución de la energía mecánica, dos coches con la misma cifra de potencia pueden no comportarse igual. Algo que ya ocurría cuando se trataba de motores de combustión.
La potencia de recarga
Pero los coches eléctricos han añadido una nueva característica a su ficha técnica, que puede servir como argumento de venta por sí sola: la potencia de carga rápida. Generalmente esta se asocia a un punto determinado dentro de la curva de carga que lleva a la batería desde el 0 % de su capacidad a un 80 %. A diferencia del valor que representa la potencia del vehículo, no se ha establecido una normativa homologada para medir este dato. No hay reglas y, por lo tanto, cada fabricante lo trata como cree que es conveniente, de manera que existen diferencias entre lo que se anuncia en la ficha técnica y lo que de verdad ocurre durante el periodo de recarga.
Una potencia pico de carga no significa que un coche eléctrico recargue más rápido durante el tiempo que permanece conectado. En realidad, el dato que permitiría comparar unos vehículos con otros y acercarse a la realidad de lo que va a suceder en el proceso es el de la media de potencia de recarga. Pero este valor habría que establecerlo en función de unas condiciones del entorno dadas. Es decir, en función de la capacidad con la que llegue la batería al punto de recarga, de la temperatura tanto de la batería como del exterior, de las propias características del punto de recarga, del estado de la red eléctrica y, en algunos casos, incluso de algo tan circunstancial como si el punto tiene más de una manguera y reparte la potencia entre los dos vehículos que se conectan.
La curva de recarga
Ante tantos parámetros que influyen en la recarga, la mejor herramienta que puede tener un usuario es una curva de recarga. En ella se representa cómo evoluciona la potencia en función de la capacidad de la batería. Con esta representación, ya no es la potencia máxima la que indica la velocidad de recarga, sino qué potencia es la que el vehículo es capaz de mantener durante la mayoría del tiempo que permanece recargando. Así, si un coche eléctrico anuncia potencias de recarga de 200 kW, pero solo es capaz de mantener esta cifra durante unos minutos, no estará cumpliendo con lo que realmente se espera de él.
Paradójicamente, esto nos lleva a que los modelos que anuncian potencias más altas de recarga son los que más problemas tienen para cumplir con lo que prometen porque probablemente solo puedan mantenerla durante unos minutos. Sin embargo, los que anuncian potencias inferiores tendrán más posibilidades de soportarlas durante más tiempo. El resultado final es que un coche eléctrico con una potencia de recarga inferior puede terminar de recargar antes que otro que admita potencias muy elevadas.
Una realidad que ahora mismo ya se encuentran muchos propietarios en su día a día y que no obedece a los datos que ofrece la ficha técnica ni a los argumentos publicitarios que el fabricante empleó para ser mejor que la competencia.
Estas son las potencias de carga declaradas por algunos de los coches eléctricos más populares del mercado.
- Renault Zoe: 50 kW.
- Kia Niro-e: 72 kW.
- MG5: 87 kW.
- Aiways U5: 90 kW.
- MG ZS EV: 92 kW.
- Peugeot e-208: 100 kW.
- Volkswagen ID.3: 120 kW.
- Nissan Ariya: 130 kW.
- Renault Megane e-Tech: 130 kW.
- MG4: 135 kW.
- Ford Mustang Mach-E: 150 kW.
- BMW i4: 205 kW.
- Hyundai Ioniq 5: 220 kW.
- Tesla Model S Gran Autonomía: 250 kW.
- Tesla Model Y: 250 kW.
¿Hacia una reglamentación común?
Si el cálculo de la potencia de un motor eléctrico está estrictamente reglamentado, la potencia de carga no ha sido todavía objeto de consideración a efectos de definir las características de un coche eléctrico. Pero sin los datos correctos, los conductores pueden ser inducidos a error. La curva de carga sería una información más útil y tranquilizadora que un tiempo de carga del 10 % al 80 % basado en un valor de potencia que no se mantiene en el tiempo.
Actualmente, no existe ningún proyecto de Ley dirigido a requerir que los fabricantes comuniquen una potencia de carga promedio. Probablemente, porque si las prestaciones de los motores ya están sujetas a varios factores, la potencia de carga rápida es aún más sensible al depender de múltiples factores, incluidos algunos externos al fabricante, como la red eléctrica y el propio cargador. Por lo tanto, para el mismo vehículo, el rendimiento de carga puede cambiar de un terminal a otro.