La llegada del coche eléctrico ha puesto patas arriba a la industria del motor en todo el mundo. Con cientos de miles de millones destinados a la investigación y al desarrollo de nuevas baterías, los combustibles sintéticos prometen mantener con vida los motores de combustión. Las primeras plantas de procesamiento ya están en marcha. Compañías como Porsche y Audi han puesto muchos huevos en esa cesta y su presión ha permitido que la Unión Europea los contemple dentro de su agenda de emisiones de 2035. Sin embargo, otros actores principales de la industria advierten de que no serán la solución definitiva.
En el pasado mes de marzo, la Comisión Europea admitió los combustibles alternativos y de cero emisiones dentro de su programa de eliminación de los motores de combustión a partir de 2035. Alemania ha sido el país que más ha presionado para la excepción, pero la realidad es bien diferente a la que muchos pronostican. Los combustibles sintéticos, o e-fuels, no salvarán a los coches de combustión o no a la mayoría de ellos. El coste de su desarrollo y producción será el principal inconveniente.
Las compañías petroleras ya están trabajando en el diseño de los combustibles sin huella de carbono. Tal y como recoge la Tribuna de la Automoción, Repsol es una de las mejor posicionadas en la transición. Pero tampoco son ajenos a las dudas que plantean. Durante un acto de la Fundación Renovables, Alfonso de las Heras, asesor de Hidrógeno y Sintéticos en Repsol Technology Lab, declaró: “el riesgo real está en la integración y en la producción de los e-fuels de una forma competitiva”. Para continuar, “a medida que se hace más compleja una molécula, los costes de fabricación son mayores, debido a que el proceso es más complicado y se necesita más energía”.
Todos los expertos del mundo coinciden en que el problema no reside en el propio carburante, sino en la producción del mismo. Para que un combustible tenga cero emisiones netas, todo el proceso debe ser limpio. Las compañías necesitan mucha energía para la producción y la cantidad generada en cada proceso es bastante inferior a la que se consigue con los procedimientos habituales de los combustibles fósiles. Esa complejidad hace que el coste se dispare, tal y como han recordado desde Repsol durante la jornada de intervenciones.
Es lógico pensar que durante los próximos años se abaratará y simplificará el procedimiento, pero no por eso quiere decir que habrá combustibles limpios y baratos pronto. Repsol estima que el coste por litro se situará entre los 2 y los 3 euros a partir de 2030-2050. Cifra que coincide con la de otros expertos. Destaca la ausencia de grandes proyectos internacionales dadas la poca legislación existente, pero Alba Soler, ejecutiva de Ciencia de Combustibles Renovables en Conwave, considera que el potencial es enorme y que habrá suficiente combustibles sintéticos para el transporte y para todos aquellos sectores que lo necesiten.
Sea como sea, es demasiado pronto para saber si los combustibles sintéticos son el verdadero salvador de los motores de combustión. Con la transición ya iniciada resulta excesivamente complicado introducir un sistema alternativo que obliga a las marcas a centrar sus esfuerzos en dos vertientes diferentes. Numerosos protagonistas de la industria como Stellantis o Mercedes ya han declarado que los e-fuels no son una solución real frente a lo eléctrico. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todos los sectores de la industria tienen tan sencillo la conversión, como es el caso de la logística o la aviación.