La situación del coche eléctrico en España parece haber llegado a un punto de inflexión del que solamente puede salir vencedora la movilidad eléctrica. De lo contrario, mucho se habrán torcido las cosas para que no triunfe el coche eléctrico. Según los últimos datos de matriculaciones ofrecidos por Anfac, la asociación española de fabricantes de automóviles y camiones, las ventas de coches eléctricos en España se han disparado un 90,87% en los primeros siete meses de 2018, alcanzando un total de 6.921 unidades entre enero y julio de 2018. El avance imparable de la electrificación del parque motor eléctrico lo lidera la Comunidad de Madrid, con 3.687 unidades –más de la mitad de la totalidad– y un crecimiento meteórico del 148,8% respecto las mismas fechas de hace un año. Por su parte Cataluña también progresa adecuadamente, pero con un discreto 30,6% y 1.247 matriculaciones.
El enorme crecimiento que está viviendo el sector del vehículo eléctrico se refleja en unas ventas que han crecido cerca del 400% a nivel nacional entre los años 2014 y 2017. Si extrapolamos el dato por comunidades autónomas, Madrid se afianza en su liderazgo con un crecimiento del 630% en las ventas de esta clase de vehículos. Esto ha sido posible, en parte, gracias a empresas como Zity, Emov o Car2go, que realizaron en los últimos tres años pedidos de centenares de coches eléctricos a los fabricantes con destino Madrid. La primera de ellas fue Car2go, que desembarcó en la capital en 2015 con 500 unidades del Smart ForTwo Electric Drive. Un año más tarde le siguió Emov, que en 2017 amplió su flota hasta 600 vehículos eléctricos del Grupo PSA, mientras que Zity llegó en diciembre de 2017 con 500 unidades del Renault Zoe.
Según ha salido publicado en el diario económico Cinco Días, fuentes del sector de fabricantes "consideran importante la ayuda que está ofreciendo el carsharing" al desarrollo de la movilidad eléctrica. Este tipo de servicios, además de acercar el producto al usuario, que puede experimentar la conducción de un coche eléctrico en una gran ciudad por apenas unos céntimos el minuto, consiguen que las administraciones empiecen a detectar la necesidad de desarrollar una infraestructura de recarga acorde a la demanda existente de vehículos de cero emisiones, cada vez están más presentes en nuestras urbes. Así pues, el carsharing podría ser el detonante que rompa el circulo vicioso que amenaza con dejar el coche eléctrico en un callejón sin salida: infraestructuras que brillan por su ausencia debido a la falta de demanda y ventas dejan de materializarse por falta de una red puntos de recarga públicos acorde a las necesidades del usuario.
La cruz de la recarga rápida
Si la cara de la moneda la encontramos en un crecimiento exponencial en las ventas de vehículos eléctricos, la cruz es para el desarrollo de la infraestructura de recarga en el país. De hecho, según Aedive, la asociación para el desarrollo e impulso del vehículo eléctrico, España está muy por detrás de las grandes potencias económicas de la Unión Europea en cuanto a puntos de carga rápida. Mientras que en 2017 existían en nuestras carreteras 23.215 coches electrificados en circulación, la red de recarga rápida apenas contabiliza unas 200 estaciones en todo el país. Para Aedive, un correcto despliegue de una infraestructura de recarga nacional con capacidad para cargar el automóvil en aproximadamente media hora es vital para el desarrollo del vehículo eléctrico en el país.
Pero la realidad española es muy distinta. Aunque la ACEA –la asociación de fabricantes europeos de automóviles– asegura, a través de un estudio publicado el pasado mes de julio, que en España hay 4.974 puntos de recarga, Aedive denuncia que la mayoría de ellos son de menor potencia y que en el conteo se incluyen enchufes de uso privado, por lo que no se trata de la infraestructura de recarga rápida y de acceso público que necesitamos en el país. Aún dando como buena la cifra de la ACEA, los cerca de cinco mil puntos de recarga españoles quedan muy lejos de los grandes países europeos: Holanda contabiliza 32.875, Alemania 25.241, Francia 16.311 y Reino Unido 14.256. De esta forma, tan solo cuatro estados se reparten el 76% de los más de 100.000 puntos de carga del continente, y lamentablemente España no es uno de ellos.