Tras una larga investigación iniciada por Bruselas el año pasado, el Parlamento Europeo considera que el Gobierno chino, presidido por Xi Jinping, ha estado inflando y alimentado a su industria automovilística con el fin de desestabilizar el mercado internacional. La competencia desleal de la que Europa acusa a China ha provocado la aplicación de nuevos aranceles específicos para la importación de vehículos procedentes del país asiático. La medida busca, entre otras soluciones, recuperar parte de la producción derivada a China. La primera víctima puede estar a punto de caer. Smart ha declarado que podría volver a Europa.
China ha seducido a muchos fabricantes europeos con suculentas subvenciones y con una mano de obra experimentada y barata. Tras aprender de las marcas tradicionales como Volkswagen, BMW o Mercedes durante años, los chinos están en disposición de fabricar con la misma calidad pero con un coste mucho menor, por no hablar de un ritmo de trabajo muchísimo más alto. Ante semejante perspectiva, muchas han sido las marcas que han exportado la producción de algunos de sus modelos. Uno de los casos más recientes es el del CUPRA Tavascan, producido íntegramente en suelo chino.
Smart ya se plantea alternativas para no ser atacados por los aranceles europeos
Smart es otra de las compañías que ha apostado por fabricar exclusivamente en China. Tras ceder su fábrica de Francia a INEOS, los nuevos modelos de la compañía se ensamblan directamente en territorio asiático. Smart nació como una marca más del conglomerado alemán de Daimler. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que los chinos decidieron entrar en la junta comprando una parte de la empresa. Hoy, Smart está dirigida en un 50% por ambas empresas, aunque es el Grupo Geely el que hace la mayor parte del trabajo, incluido el desarrollo y la producción.
Esto pone en serio peligro los nuevos planes de la compañía para Europa. La nueva era de Smart ya está en marcha. El fin de la producción del Smart ForTwo y el lanzamiento de los #1 y #3 han supuesto un cambio de rumbo. La compañía apuesta por la movilidad eléctrica. Sus precios, sin ser excesivamente baratos, son competitivos, pero una subida en los aranceles podría causar un efecto mariposa descontrolado que suponga un considerable aumento en las tarifas y, por lo tanto, una pérdida competitiva con respecto a otros fabricantes. Smart no puede permitirse esa maniobra si quiere sobrevivir al mercado europeo.
Tras el cierre de la fábrica de Francia, Smart se ha quedado sin factorías en Europa donde poder llevar a cabo el ensamblaje de sus nuevas unidades apoyadas en la plataforma SEA de Geely. Dirk Adelmann, director ejecutivo de Smart en Europa, ha reconocido a Autocar que podrían barajar la opción de fabricar fuera de China para evitar las sanciones. El jefe de la región no ha querido especificar un escenario concreto, pero ha alegado que Daimler y Geely ocupan una gran parte del mapa global con fábricas en diferentes puntos. El problema ahora, es adaptar esas líneas de montaje a las plataformas de Smart. Por ahora no hay planes concretos, pero sí empieza a surgir una necesidad real de hacerlo.