A finales de 2018 Tesla empezaba con los trabajos de construcción de su primera planta fuera de Estados Unidos. La Gigafactoría de Shanghái siempre ha mostrado un ritmo diferente a cualquier otra gran fábrica del mundo del motor. Las instalaciones chinas se levantaron en un tiempo récord y en diciembre de 2019 las líneas de montaje ya empezaban a producir las primeras unidades del Tesla Model 3. Desde entonces, la Giga 3 ha ganado en velocidad, tanto que a día de hoy es capaz de producir un Tesla Model Y en menos de un minuto.
El tiempo exacto es de 40 segundos. Cada 40 segundos un Tesla Model Y sale de la línea de montaje. Si cogemos la calculadora, quiere decir que la planta de Shanghái produce 90 Model Y cada hora, aunque hay un pequeño truco. Y es que, para lograr ese satisfactorio ritmo de trabajo, es necesario que el SUV compacto sea de color negro. Es el color más evolucionado de los existentes en el taller de pintura. Algo que resulta bastante curioso teniendo en cuenta que el negro es un color muy complicado que suele reflejar todas las irregularidades de la carrocería.
El objetivo de Tesla, o de cualquier otro fabricante, es producir más y más coches en un tiempo cada vez menor para así reducir costes y aumentar el margen de ganancias. Si un operario cobra X y en su tiempo de trabajo ensambla 20 coches, el coste por vehículo será superior si ese mismo operario sella 40 unidades en sus horas laborales. El mismo razonamiento se aplica a toda la maquinaria de una planta de producción. Con todo ello, es lógico que Tesla consiga un margen de ganancia ocho veces superior a Toyota con unas ventas seis veces menores.
Los grandes fabricantes tienen cada proceso de ensamblaje milimétricamente medido. Fábricas como la de Volkswagen en Navarra son capaces de extraer un coche de la línea cada 54,6 segundos, en otros casos la cifra es incluso más baja. Eso quiere decir que Tesla ha conseguido igualar las capacidades de sus máximos rivales, algo que durante mucho tiempo ha servido como argumento para los mayores detractores de la marca americana. Por el momento, sólo lo ha alcanzado la Gigafactoría de Shanghái, pero no menos acelerado es el ritmo en la planta de Fremont, considerada como la fábrica más productiva de todo Estados Unidos.
El secreto es la constante mejora de los procesos de ensamblaje que ayudan a reducir el tiempo de parada de cada coche en las estaciones de montaje. Este mismo verano Tesla invirtió más de 180 millones de dólares para ampliar las capacidades de las líneas de ensamblaje. Las obras realizadas han permitido explorar nuevos volúmenes de producción nunca vistos en la compañía. El objetivo es alcanzar ese volumen en el resto de gigafactorías, aunque para eso se necesita que los mercados vuelvan a vivir tiempos más estables en cuanto a disponibilidad de materiales.