Aunque Europa vive tiempos más tranquilos, China está sufriendo una fuerte oleada de contagios de COVID-19. La pandemia ha repuntado de tal manera en el país asiático que la industria se ha paralizado casi al completo. En pocos días se verá la luz al final del túnel. Un túnel que ha supuesto el cierre de fábricas durante días e incluso semanas. La mejoría es notable, y gracias a ello las fábricas de Volkswagen y Tesla volverán a operar con relativa normalidad dentro de poco.
Hace ya unas cuantas semanas informamos sobre el cierre temporal de la Gigafactoría de Tesla en Shanghái. Lo que se esperaba que fueran apenas dos o tres días, han terminado siendo semanas de largos parones en la producción. La situación ha llegado a ser tan complicada como la vivida en la primera oleada de 2020, donde el mundo se paró por completo ante la aparición de la pandemia de coronavirus. Tesla, por supuesto, no ha sido la única afectada en este particular viacrucis.
Volkswagen también se ha visto obligado a reducir la producción y a cerrar sus fábricas en China. Los largos confinamientos de la población han supuesto incontables pérdidas para las marcas. Ante la imposibilidad de abrir las puertas, miles de vehículos se han quedado sin fabricar, acumulando un cuello de botella que costará meses reducir, si es que no vuelven a sucederse los cierres intermitentes obligatorios por las autoridades chinas que plantean la estrategia de contención más severa del mundo.
A pesar de que la situación mejora cada día, las autoridades de Beijing presentaron la semana pasada una lista blanca con 666 empresas y factorías consideradas como prioritarias o esenciales que recibirán la autorización para abrir las puertas y poder volver a operar, aunque bajo estrictas medidas de control sanitario. Firmas como Tesla y Volkswagen se incluían en esa privilegiada lista, por lo que dentro de poco retomarán la actividad.
Cada empresa afronta la reapertura de una forma diferente. Mientras que algunos apuestan por controles rutinarios, otros como Tesla exige a sus trabajadores vivir en las instalaciones para crear una burbuja controlada. Cada trabajador será dotado de un saco de dormir y un colchón para que pueda dormir en la fábrica en un anexo especialmente preparado. Estrategia que sería impensable en otros lugares del mundo donde los derechos del trabajador están más vigilados.
El Gobierno chino vigilará muy encima las medidas de cada fabricante e instalación. Ante la más mínima alerta de contagio o infección la planta correrá el riesgo de ser cerrada, algo que nadie quiere teniendo en cuenta que han estado cerradas durante las últimas semanas. "Esperamos que la mayoría de nuestros ciudadanos continúen cooperando como siempre y logren el objetivo de cero-COVID a nivel comunitario lo antes posible que permita la reanudación en la producción y la vida normal", dijo Wu Qianyu, funcionario de salud de Shanghái.