Cuando no es una cosa es otra. La industria del automóvil parece estar cruzando su particular odisea por el desierto. Los últimos años han sido demoledores en cuanto a proyección de ventas y producción. La falta de componentes en las líneas de montaje es la tónica habitual. Sin embargo, cuando muchos esperaban ver la luz al final del túnel, Volkswagen lanza un aviso preocupante: la escasez de chips se prolongará hasta 2024, y no son los únicos en pensar de semejante manera.
La pandemia de la COVID-19 dejó por el camino dramáticas consecuencias inmediatas e innumerables problemas derivados. La falta de chips y semiconductores ha lastrado la producción de vehículos en el último año y medio. La competitividad de la industria ha provocado que todo el mundo se pelee por los ansiados chips que se producen en zonas muy concretas del mundo y bajo unas condiciones muy específicas y delicadas. El volumen es el que es y no hay para todos a la vez.
Los más optimistas, como Elon Musk, pronosticaron una vueltaa la normalidad en el suministro de chips a partir de la segunda mitad de 2022 o principios de 2023. Muchos han tomado esta teoría como válida, pero no así dentro de las oficinas del Grupo Volkswagen. Arno Antlitz, jefe financiero del conglomerado alemán ha declarado a Automotive News: "Vemos una falta de suministro estructural en 2022, que probablemente solo disminuya un poco en el tercer o cuarto trimestre. La situación debería mejorar en 2023, pero el problema estructural aún no se habrá resuelto del todo".
Es decir, que hasta 2024 en Volkswagen no esperan una actividad normal en el suministro de semiconductores. Los fabricantes de chips no podrán satisfacer la demanda hasta entonces, ni siquiera si se acelera el levantamiento de algunas de las muchas instalaciones que ya están planificadas. Negocio donde España espera introducirse tras el reciente anuncio del presidente, Pedro Sánchez, que supone el lanzamiento de un nuevo PERTE con una inversión pública de 11.000 millones de euros.
Conste que el directivo del Grupo Volkswagen no es el único en pensar de semejante manera, pues desde BMW muestran la misma opinión. El propio CEO, Oliver Zipse, dijo días atrás: "Todavía estamos en el punto álgido de la escasez de chips. Espero que comencemos a ver mejorar a más tardar el próximo año, pero aún tendremos que lidiar con una escasez fundamental en 2023". Por supuesto, este no será el único problema al que se enfrente la industria en los próximos años.
El panorama no es nada claro. A la escasez de chips y semiconductores se suma ahora la falta de componentes esenciales procedentes de Ucrania. En un futuro algo más lejano también se atisba un problema energético. El aumento de los costes de la energía y la situación geopolítica europea se encuentra en un punto muy delicado que tendrá que ser tratado con mucho mimo para no repercutir en unos mayores costes productivos que obligarían a los fabricantes a elevar, aún más, el precio de sus vehículos. El panorama no puede ser menos halagüeño.