La situación del mercado automovilístico global es ahora más compleja que nunca. Las marcas tienen que adaptarse a la demanda en territorios muy diferentes y con tendencias totalmente opuestas. Si bien en Europa las ventas de coches eléctricos no despegan, o al menos no tanto como se esperaba, en China la situación es totalmente opuesta. Los coches de combustión están en clara retirada. La sociedad apuesta por la movilidad eléctrica y esto ha provocado que Volkswagen haya perdido una buena parte de su protagonismo. Llegó a ser el mayor fabricante del país, pero ahora los alemanes estudian cerrar una de sus plantas principales.
En la última década China ha transformado por completo su movilidad, situación que se ha acelerado a raíz de la pandemia global vivida en 2020. Las subvenciones y la caída de precios ha provocado que muchos conductores chinos se hayan pasado rápidamente al coche eléctrico, lo que ha supuesto un gran reto para compañías como Volkswagen. Los alemanes llevan 40 años en China, siempre de la mano de grandes empresas locales como SAIC que hoy se sitúan como rivales directos. En China se han contabilizado más de 150 marcas de coches diferentes, 83 de ellas exclusivamente eléctricas.
Volkswagen se enfrenta a una crisis comercial en China
Si bien hace cuatro décadas era casi imposible comprarse un coche decente en China, no había casi oferta, hoy la situación es totalmente opuesta. La competencia es feroz y miles de modelos diferentes pelean en todas las categorías. En 2018, Volkswagen llegó a superar los 4 millones de coches producidos en China en un sólo año, hoy esa cifra es un millón inferior y la tendencia sigue siendo negativa. Los coches térmicos de Volkswagen y Skoda ya no interesan, pero es que los eléctricos tampoco resultan atractivos si se comparan con otras marcas locales.
Ante esta situación, fuentes familiarizadas con la marca, han reconocido que la alianza VW-SAIC se está preparando para cerrar la fábrica de Nanjing el próximo año. Una factoría que es capaz de producir 360.000 vehículos al año. Hace ya dos temporadas la alianza tuvo que cerrar la fábrica de Shanghái que llevaba operativa desde mediados de los años 80. La segunda de las factorías podría correr la misma suerte, o ser renovada, todavía no está claro qué decisión tomarán los directivos. Ni siquiera, a día de hoy, pueden aprovecharla para producir coches eléctricos con destino Europa, pues esos coches se enfrentarían a los nuevos aranceles europeos, reduciendo significativamente su margen de ganancias.
Volkswagen cuenta, junto con diferentes socios, con un total de 39 fábricas en el país, por lo que el cierre de una de ellas no supone un drama absoluto. Sin embargo, hay que mirar la situación al conjunto para percatarse que los alemanes están viviendo una de sus etapas más complicadas. En Europa ya han advertido que pueden cerrar plantas en Alemania, algo que se consideraría extremadamente grave. La competitividad y la rentabilidad de las factorías germanas ha caído significativamente. Los planes de ajuste están encima de la mesa, aunque estos implican el despido de miles de trabajadores en todo el mundo, principalmente en el Viejo Continente.